Por Julio Morejón Tartabull
Redacción África y Medio Oriente de Prensa Latina
Al evaluar los problemas de la subregión, Workneh Gebeyehu, secretario ejecutivo de la IGAD, afirmó que se aprecia “abundante voluntad política y el compromiso para resolver conflictos y disputas a través de la negociación y el diálogo”.
En la tercera cumbre sobre el estado de la zona, que sesionó recientemente en la ciudad de Mombasa, Kenya, Gebeyehu destacó que la IGAD promueve soluciones pacíficas a la disputa fronteriza entre Etiopía y Sudán, al conflicto en el etíope Tigray y apoya el diálogo en Sudán para su transición hacia la autoridad civil.
Creada en 1996 -como sucesora de la Autoridad Intergubernamental sobre la Sequía y el Desarrollo (Igadd)- en el esquema de integración participan ocho Estados: Yibuti, Etiopía, Eritrea, Somalia, Uganda, Kenya, Sudán y Sudán del Sur.
Durante la reunión en Mombasa también sobresalieron otros dos temas políticos sobre el papel del grupo en el respaldo al proceso de consulta -inclusivo y participativo- sursudanés, y la estabilización de Somalia en su enfrentamiento a la guerrilla de Al Shabab.
LA DISTENSIÓN
África continúa preocupada por la situación en la región tigriña (norte de Etiopía), aunque a principios de febrero se confirmó que el primer ministro, Abiy Ahmed, tomó decisiones relevantes para «impulsar la confianza y facilitar la vida de los civiles».
El asesor de Seguridad Nacional, Redwan Hussein, notificó que el jefe del gobierno dictó medidas sobre el aumento de tráficos aéreos y los servicios bancarios en ese escenario septentrional.
Observadores relacionan los avances en el proceso de distensión etíope, ante todo con la presión sobre los civiles en el renglón humanitario, lo cual condujo a firmar el acuerdo de paz en noviembre pasado tras dos años de guerra.
El conflicto aisló de la ayuda humanitaria a la región de Tigray, con más de cinco millones de habitantes, frecuentemente bloqueada y con los servicios básicos interrumpidos, mientras trabajadores de la salud demandaban los más elementales suministros médicos.
Ese pacto -entre rebeldes y el Gobierno Federal- facilitado por la Unión Africana (UA), comenzó a dar sus primeros frutos: un proceso de desarme supervisado por miembros de la IGAD, describió el sitio digital atalayar.com.
En Somalia la implicación de la Autoridad Intergubernamental comenzó en diciembre de 2006, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 1725 que autorizó desplegar una misión de paz de la IGAD/Unión Africana (Amisom).
Desde 1991, cuando alianzas guerrilleras derrocaron al gobierno de Mohamed Siad Barre hasta hoy, los actores del conflicto cambiaron pero persiste la crisis en el centro de la vida política y social.
Los años de inestabilidad y anarquía en Somalia y los intentos de reconciliación procedentes de nacionales, de países vecinos y organizaciones como la IGAD mejoraron el ambiente, aunque el avance apenas es notorio.
OTROS CONTENIDOS
Son líneas de acción de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo su respuesta a la pandemia de la Covid-19 -que en el continente causó unos 250 mil decesos hasta 2022-, el deterioro climático y el enfrentamiento a plagas.
Las asimetrías en el comportamiento meteorológico, con severas sequías alternando con temporales que provocan grandes inundaciones causantes de pérdida de cosechas y ganado, provocan inseguridad alimentaria grave.
El reto -reconoce el bloque oriental- está en cómo aplicar políticas para garantizar en esas complejas condiciones la supervivencia de una población total estimada en más de 200 millones en los ocho países.
Su enfrentamiento al deterioro climático se inserta en los esfuerzos propios de la Unión Africana para construir un continente capaz de erigirse como modelo en el aprovechamiento sostenible de la valiosa naturaleza.
Según datos oficiales, en el espacio de la IGAD la sequía afecta a 36,1 millones de personas, a quienes amenazan elevados niveles de déficit alimentario y les reduce las posibilidades de una rápida recuperación.
La escasez de precipitaciones acabó con aproximadamente 4,2 millones de cabezas de ganado, lo cual destruyó medios de subsistencia de comunidades de pastores y paralizó económicamente gran parte de la región oriental africana.
“Esto se ha descrito como un desafío devastador para el continente dado que la región alberga casi el 50 por ciento del ganado en el África subsahariana, lo cual representa cerca del 15 por ciento del producto interno bruto (PIB) de la región”, cita kbc.co.ke.
Además, fuentes científicas advirtieron tempranamente que este año podría ser más cálido, pues la ocurrencia del fenómeno de La Niña, que enfría las temperaturas globales, está finalizando. Conforme opina kbc.co.ke, lo más probable es que sea reemplazado por el fenómeno de El niño, por el cual se prevé la elevación de las temperaturas en todo el mundo.
Para el secretario ejecutivo Gebeyehu, la mala noticia es la probabilidad de que esa región de África “pueda cambiar rápidamente de sequía severa a inundaciones severas como las de 1996, 2016 y más recientemente en 2019”.
En respuesta a los retos climáticos, el bloque subregional convocó el 20 de febrero para un foro sobre las perspectivas de trabajo en esa dirección y la aplicación de diversas medidas a fin de enfrentar el deterioro ambiental.
En la actualidad socioeconómica subregional repercuten asimismo aspectos mundiales como el conflicto en Ucrania, que causa aumento de precios en los alimentos, un 55,6 por ciento, lo cual gravita sobre el ingreso general de la población. Como perspectiva para abordar el problema, el bloque se propone revisar su Estrategia de Respuesta de Seguridad Alimentaria y Nutricional, y conciliarla con las realidades actuales para mejorar la situación ciudadana.
arb/mt