Esta festividad carnavalesca surgió oficialmente en 1995 en la ciudad gubernamental de La Paz como alternativa al Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad desde 2008, según la Oficina de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Cuando el Jisk’a Anata apareció con el objetivo de rescatar las danzas tradicionales del área rural del departamento de La Paz, las cuales agradecían el inicio de las cosechas, participaban pocas comparsas y bailarines.
Sin embargo, tuvo tal aceptación, que con el paso del tiempo se incorporó lo urbano e incluso participantes de otros departamentos y hasta invitados procedentes de Perú.
Este lunes, desde 10:00 hasta las 18:30 hora local, el recorrido festivo de varios kilómetros transcurrió desde la Avenida Montes hasta la Simón Bolívar con transmisión televisiva directa del canal estatal Bolivia TV.
Una peculiaridad que alegró a las familias paceñas en esta edición fue la intervención de adultos mayores y niños, quienes el año pasado no pudieron participar por estar considerados grupos de riesgo ante el contagio de la Covid-19.
Juan Carlos Tapia, presidente de la Sociedad Andina de Conjuntos Folklóricos (Soacof), declaró al diario La Razón que los bailarines no tenían que usar la mascarilla nasobucal, de acuerdo con las recomendaciones de las autoridades respecto a su empleo “de manera voluntaria en ambientes abiertos”.
Subrayó, no obstante, que se controló el tema de la vacunación, y todos los participantes contaron al menos con dos dosis del antídoto.
En relación con el rescate de bailes un tanto relegados, Tapia informó que entre los que se escenificaron este lunes en las calles paceñas figuró, por primera vez, el de los Wititis, e igualmente regresó a escena tras varios años de ausencia la denominada de los Calcheños.
Tania Ticona, directora de la Compañía Folklórica Movimiento, explicó, por su parte, que los Wititis se eligió por mayoría dentro de la coordinación de su ensamble con el objetivo de rescatar y revalorizar “nuestra identidad cultural” con una danza paceña.
Para lograr la participación en la entrada como una fraternidad, el elenco realizó una investigación y, entre otros requisitos, entregó una monografía a la Soacof.
Con casi un año de creada, la compañía Folklore en Movimiento participó en este Jisk’a Anata con 40 bailarines y 20 músicos de la banda paceña Wila Chuymas.
Miles de espectadores colmaron las sillas, gradas y aplaudieron de pie desde las aceras el paso de las fraternidades con sus coreografías y los vistosos trajes.
Hasta las 18:30 hora local no cesó el bullicio, la alegría, la música y los cantos de Morenadas, Caporales, Negritos cultores de la contagiosa saya afrodescendiente; los practicantes altiplánicos del tinku y la llamerada y los zapateadores cochabambinos del salai.
Este martes (también feriado) concluirá en los hogares el ciclo carnavalesco con la tradicional “challa” (ofrenda a la Pacha Mama o Madre Tierra) a través de ritos ancestrales con música, danzas y licores para agradecer los bienes materiales que se ostentan y para pedir bienestar.
Todo quedará listo entonces para iniciar la cuaresma hacia el denominado Viernes Santo del cristianismo.
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