Según investigadores como Esther Arjona, luego que el alcalde capitalino José Agustin Naranjo decretara estos festejos de manera oficial en 1910, el paso por las principales arterias de la ciudad de músicos, carrozas, mascaradas y danzas signaron el jolgorio.
Incluso vinculan los orígenes de los llamados culecos (mojadera)- cuando las personas bailan bajo el agua que despiden cisternas para amortiguar el severo calor veraniego- a esos colectivos artísticos, cuyos integrantes se embadurnaban antes con vino, comidas, harina, añil e incluso huevos.
El elemento típico de las comparsas siempre ha sido la conformación de grupos que representan a sus barrios y compiten en todas sus habilidades histriónicas para deleite del público.
De acuerdo con Arjona, el primer registro de comparsas en Panamá se establece en el siglo XIX, con Los Gallinazos, Los Granilleros y Los Congos, las que desde 1910 participan en los desfiles.
De la década de 1920 hasta 1945, asegura la narradora, la mayor influencia fue la de las comparsas cubanas, con música de rumba y farolas.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) también es notorio un período de mucho lujo en los vestuarios y ornamentos de alta calidad.
La primera reina del carnaval capitalino fue Manuelita Vallarino, pero desde entonces se ha mantenido la tradición que, más allá del extracto social de la soberana, debe salir a bailar a los toldos populares.
Este 2023, según explicó a Prensa Latina el administrador de la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP), Iván Eskildsen, las comparsas populares vuelven al centro de los festejos más esperados en la nación istmeña.
El funcionario alabó la participación en esta edición de elencos que desfilan por la Cinta Costera, de la capital, como Los Originales del Chorrillo y la Comparsa de Roberto Durán, también Caña Brava, Los Pumas de Arraiján, Los Hippies de Barraza y Los Jamaiquinos, todos defensores de bailes y música típica.
La presentación de las comparsas entre los principales atractivos de esas fiestas, aseveró, tiene el fin de exaltarlas como Patrimonio Cultural Inmaterial
Desde el pasado 17 de febrero, un férreo dispositivo de seguridad se ha activado en todo el país canalero y el Ministerio de Salud inspecciona a los expendedores de comida y bebidas para supervisar la inocuidad de los alimentos.
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