Ivette Fernández
Periodista de la Redacción de América del Norte
El conservador, que ganó ampliamente en los comicios intermedios del pasado año en el Tercer Distrito Congresional de Nueva York frente al demócrata Robert Zimmerman, enfrenta ahora numerosos pedidos de renuncia, incluso de sus correligionarios.
Toda la polémica en torno a él empezó después de su victoria en las urnas, cuando una investigación del diario The New York Times apuntó que no podía verificar muchas de sus supuestas credenciales, como los referidos desempeños para Citigroup y Goldman Sachs (uno de los bancos de inversión más grandes del mundo), y su graduación de Baruch College.
Incapaz de ofrecer pruebas que corroboraran sus datos, admitió entonces haber «exagerado» y «embellecido» sus antecedentes.
“Mucha gente exagera en sus currículos o los tuerce un poco. No digo que no sea culpable de eso”, dijo en una entrevista con la radio WABC.
Con posterioridad, declaró al New York Post que no se graduó de Baruch College ni de ninguna institución de educación superior.
“Estoy avergonzado y lamento haber embellecido mi historial”, confesó.
Sin embargo, ahí no quedó el asunto, y un sinfín de mentiras, e incluso un litigio legal relacionado con el robo de una chequera en 2008 en Brasil, de donde proceden sus padres, salieron a relucir sobre.
Enfrenta ahora investigaciones de agencias estatales, federales, y también de una del gigante suramericano, sobre una variedad de delitos potenciales, desde violaciones de financiamiento de campañas, hasta un fraude asociado con una recaudación monetaria de caridad para mascotas.
Sí bien renunció a la posibilidad de integrar los comités de la Cámara Baja, se integró al Congreso y se niega a dimitir como legislador con el argumento de que nunca violó la ley, pese a continuos pedidos de renuncia.
Aunque lo dijo convincentemente, esa última aseveración no parece ser del todo verídica.
El más reciente de los titulares en su contra refiere que en 2017 cometió perjurio ante un juez de Seattle, mientras comparecía en una audiencia de fianza de un conocido.
Según apuntó una investigación de la revista Politico, mintió al decir que en ese entonces trabajaba para Goldman Sachs.
ESCÁNDALOS DE LARGA DATA
El público estadounidense tiene una percepción bastante mala sobre la legislatura bicameral a juzgar por los sondeos.
La encuestadora Gallup confirmó que 62 por ciento de los ciudadanos cree que los miembros del Congreso tienen estándares éticos «muy bajos» o «bajos».
Acorde con los resultados de una pesquisa, realizada sobre mil 20 adultos, solo los vendedores telefónicos merecen una calificación peor entre la población.
Asimismo, previo a los comicios de mitad de mandato de noviembre de 2022, Gallup encontró que solo 21 por ciento veía con beneplácito el trabajo hecho por el Congreso, esencialmente el mismo nivel de aprobación registrado en cada una de las cuatro elecciones intermedias anteriores.
Quizás en ello repercuta la frecuencia de los escándalos dentro de la Cámara de Representantes.
El más reciente recayó sobre el republicano por Nebraska, Jeff Fortenberry, declarado culpable en 2022 por falsificación y ocultación de hechos materiales y de otros dos relacionados con declaraciones falsas.
Fue condenado a dos años de libertad condicional, más servicio comunitario y multa, unas semanas después de haber renunciado a su escaño en la Cámara Baja, donde se desempeñaba desde 2005.
Antes, durante el mandato de Donald Trump (2017-2021), fueron imputados los representantes republicanos Steve Stockman (fraude), Chris Collins (abuso de información privilegiada) y Duncan D. Hunter, por malversación de fondos de campaña.
De las denuncias sobre abusos sexuales tampoco se libran los congresistas en Estados Unidos y uno de los más recientes ejemplos lo encarna el actual representante republicano por Florida Matt Gaetz.
En marzo de 2021 surgieron informes que lo acusaban de haber tenido en 2019 una relación íntima con una menor de edad y, según The New York Times, el Departamento de Justicia lo investigó por supuestas violaciones a las leyes federales de tráfico sexual.
Hasta la fecha, existe una lista muy larga sobre los delitos cometidos por legisladores, que pueden incluir desde posesión de cocaína, como le pasó en 2013 a Trey Radel, representante por Florida, o por evasión de impuestos, en cuyo caso está Michael Grimm, un conservador de Nueva York que mereció ocho meses en prisión.
El demócrata Chaka Fattah recibió una sanción al ser culpable de 23 cargos de extorsión, estafa y corrupción; y su compañera de partido, Corrine Brown, imputada por 18 delitos graves de fraude electrónico y fiscal, conspiración, mentir a investigadores federales y otras fechorías.
También el liberal Anthony Weiner cumple condena carcelaria por enviar fotografías sobre sexo explícito de sí mismo a una niña de 15 años.
DELITOS… TAMBIÉN INJUSTICIAS
A juzgar por la cuestionable transparencia de algunos miembros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, parecería que el tergiversador George Santos está justo donde debería.
Así, mientras un mitómano permanece en un lugar al que llegó gracias a numerosos embustes, se destituyó a la representante Ilhan Omar (demócrata de Minnesota) del Comité de Relaciones Exteriores de esa instancia.
La Cámara Baja del Congreso votó a favor de una resolución para quitarla por una serie de comentarios que presuntamente ella hizo en el pasado y que los conservadores del hemiciclo consideran antisemitas, en particular críticas a Israel y pronunciamientos sobre cuestiones relacionadas con los derechos del maltratado pueblo palestino.
Ilhan, una refugiada somalí y una de las dos primeras mujeres musulmanas elegidas para el Congreso, señaló en su defensa que al ser inmigrante y de África, se le considera “indigna de hablar sobre la política exterior estadounidense”.
Quizás estos contrastes sorprendan al que está poco familiarizado con los numerosos escándalos de la Cámara Baja, pero no a quien ya ni se inmuta por la frecuencia de los rimbombantes titulares.
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