Acorde con la versión digital del medio informativo, que cita a funcionarios familiarizados con la investigación, resulta improbable que un enemigo en poder de un arma secreta esté detrás de los raros padecimientos.
Siete agencias de inteligencia participaron en la revisión de aproximadamente mil casos de “incidentes de salud anómalos”, el término que usa el gobierno para describir una serie de síntomas físicos que incluyen zumbidos en los oídos seguidos de presión en la cabeza y náuseas, dolores de cabeza y molestias, planteó el rotativo.
Cinco de ellas, afirmó, determinaron que era «muy poco probable» que un adversario extranjero fuera responsable de los síntomas, ya sea como resultado de acciones intencionadas, como un arma de energía dirigida, o como subproducto de alguna otra actividad, incluida la vigilancia electrónica.
Esencialmente, remarcó, los expertos “excluyeron la posibilidad de que Rusia u otro gobierno rival o actor no estatal estuviera detrás del síndrome misterioso”.
Los funcionarios dijeron que no encontraron evidencia, incluida información forense o datos de geolocalización, que sugirieran que un país contrario haya utilizado una forma de energía dirigida, como ondas de radio o rayos ultrasónicos, agregó.
De acuerdo con el Ministerio del Interior de Cuba, y tras una investigación realizada por expertos de la isla, nunca existieron evidencias criminalísticas del suceso, lo cual coincide con las pesquisas policiales de Estados Unidos y Canadá, que nunca lograron explicar de manera concluyente los padecimientos descritos.
Los síntomas sentidos por los diplomáticos estadounidenses se informaron por primera vez en la embajada de los Estados Unidos en La Habana en 2016, y aunque luego se describieron incidentes similares en lugares tan diferentes como India, Rusia, Vietnam y hasta en Washington, solo hubo represalias contra Cuba.
Autoridades de la mayor de las Antillas denunciaron que en realidad la acusación fue parte de una operación política del gobierno de Donald Trump (2017-2021) para revertir los avances en las relaciones entre la nación caribeña y Estados Unidos dados durante la administración de Barack Obama (2009-2017).
Sin un arma definitiva, motivación o autores ante la acusación, Estados Unidos decidió poner fin al programa de reunificación familiar y el otorgamiento de visado, aspectos que directamente afectaron a ciudadanos de ambos países y no al Ejecutivo antillano como pretendía la retórica norteamericana.
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