Haciendo un paneo rápido por sus dos primeras entregas —para ubicar a quienes no hayan visto este anime o leído el manga original—, su historia se centra en las peripecias de un grupo de adolescentes atrapados en un mundo posapocalíptico, en el que los seres humanos han quedado convertidos en estatuas de piedra después que un misterioso destello de luz golpeara la Tierra.
De un plumazo, ya en el primer episodio, la trama pega un salto de más de tres mil años, trasladándonos a un escenario en el que la naturaleza ha reclamado el planeta y todo resulta muy similar a cómo serían las cosas en la Edad de Piedra.
En ese ambiente agreste, los dos protagonistas, Senku y Taiju, buscarán la manera de revertir la petrificación en masa y restaurar la civilización tal y como la conocieron en el siglo XXI, valiéndose para ello de muchos de los conocimientos que la humanidad ha conseguido amasar a lo largo de la historia.
Las poleas, la sal común, los fideos, el vidrio soplado, la forja, los lentes de aumento, la sulfa, el molino hidráulico, la pila alcalina, el etanol, las ondas de radio, los tubos de vacío, la comida conservada al escabeche y la máscara antigás, sin ir más lejos, son algunos de los materiales, herramientas y avances científicos recreados en la serie. Y ahí, como diría el bardo… radica la magia. Porque justamente eso es lo que hace de este anime una joya extraña, sutil y única en su género.
Poco importa que a ratos la trama se torne predecible, algunos personajes sean planos o su humor no siempre dé gracia. El didactismo con el que desgrana todos esos “inventos” que hoy damos por sentado, es tan ingenioso, tan bueno, que solo por eso ya merece la máxima nota.
Dicho con otras palabras: Dr. Stone tiene éxito donde los sistemas educativos muchas veces fallan: motivar a los chicos a interesarse de verdad por la ciencia, que quieran saber cómo se fabrica una bombilla, de qué está hecho el jabón o cuáles son los principios que permiten generar la electricidad… en vez de obligarlos a aprenderse de memoria sin ton ni son fórmulas, de las que ignoran por completo su importancia o qué aplicación práctica tienen en la vida.
Escrito por Riichiro Inagaki (Eyeshield 21) e ilustrado por Boichi (Sun-Ken Rock), el manga original de Dr. Stone consta de 26 volúmenes, de los cuales hasta la fecha se han adaptado 11.
Por tanto, al estudio TMS Entertainment le queda bastante tela por donde cortar, incluso tras esta tercera temporada, de la cual ya anticipan se dividirá en dos partes con veintitantos episodios para seguir demostrando que la verdadera piedra filosofal para transformar el mundo no es otra que el conocimiento.
(Tomado de 4ta Pared, suplemento cultural de Orbe)