Tras un acto oficial, Chávez declaró que “por el momento, yo descarto algún tipo de derramamiento de sangre o acción que se pueda llevar a cabo porque estamos tomando medidas” en el marco de las normas vigentes en Perú y Chile, dijo ante preguntas.
El problema se focaliza en la frontera misma, donde permanecen migrantes colombianos, haitianos y venezolanos principalmente que reclaman asistencia humanitaria porque carecen de alimentos y agua.
Indican que solo reciben galletas, agua embotellada y comida enlatada una vez al día, suministradas por personal del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
Los migrantes, entre los que hay decenas de niños, permanecen en pleno desierto, bajo intenso calor de día y frio inicialmente de noche, impedidos por fuerzas militares de adentrarse en Chile y por policías antimotines de ingresar a Perú.
En parte indocumentados, permanecen algunos en carpas y otros a la intemperie en el borde del territorio peruano, debido a que abandonaron Chile por normas drásticas contra extranjeros en situación irregular.
Varios de ellos denunciaron que los policías peruanos les piden sobornos por dejarlos avanzar por las noches a la ciudad de Tacna.
Los migrantes aseguran que no quieren radicar en Perú, sino cruzar por este territorio en camino de regreso a sus países, lo que confirmó el representante de Acnur aquí, Federico Agusti.
El funcionario internacional indicó que su organización coordina con el Gobierno para habilitar alojamientos temporales adecuados para los migrantes varados, a fin de registrarlos y eventualmente dar luz verde a su tránsito por el país.
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