“De nignuna manera, no hay ninguna orden de disparar. Este gobierno tiene como principios la paz y la gobernabilidad”, dijo en entrevista con una radioemisora local en Tacna, ciudad fronteriza con Chile.
El parlamentario de derecha extrema Jorge Montoya planteó ayer que el Ejecutivo debe autorizar a policías y soldados a disparar si lo consideran necesario para impedir el ingreso ilegal de extranjeros.
Romero llegó anoche a Tacna junto a altos jefes policiales a supervisar el reforzamiento del control de la frontera y lo mismo hará el ministro de Defensa, Jorge Chávez, para coordinar la participación militar en la tarea.
El ministro visitó anoche el punto fronterizo en el que permanecen migrantes de varios países, incluidos niños, que Chile deja salir de su territorio sin documentación.
Perú no los recibe por su condición irregular, con excepción de familias con menores, ancianos y otros casos humanitarios y el titular del Interior señaló la necesidad de brindar a los extranjeros asistencia humanitaria.
Dijo que la Cancillería peruana mantiene conversaciones con las de Chile, Ecuador y Venezuela con el fin de establecer un corredor humanitario para que los migrantes venezolanos y colombianos ilegales que se encuentran en Tacna y expresaron deseo de regresar a sus países, cumplan ese objetivo.
El ministro de Defensa declaró anoche que la Cancillería mantiene también conversaciones con la de Venezuela con tal fin.
Sobre el control fronterizo, Romero dijo que llegaron 390 policías para reforzarlo en los puntos más complicados -carentes de vigilancia- y que en la segunda línea habrá 300 soldados.
La presidenta Dina Boluarte declaró el miércoles último en emergencia los territorios fronterizos y el reforzamiento del control en los linderos fronterizos de Loreto, Amazonas, Cajamarca, Piura y Tumbesm, con Chile y Bolivia.
Al mismo tiempo otorgó un plazo para que los migrantes irregulares o cuyo tiempo de permanencia no haya sido renovado, normalicen su situación.
La crisis migratoria en la frontera con Chile escaló ayer con un intercambio de protestas diplomáticas, de Lima a Santiago por la falta de apoyo de la Policía chilena en el control de migrantes que intentaron cruzar la frontera por la fuerza, y de Santiago a Lima por ofensas del alcalde de Tacna al presidente chileno, Gabriel Boric.
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