En un comunicado sobre el tema, solicitó a ambos estados “realizar los esfuerzos necesarios y acciones eficaces que conlleven a resolver esta difícil crisis migratoria; asimismo, de manera urgente, ofrecer ayuda humanitaria como paliativo a las necesidades de los migrantes”.
Añade que a la Iglesia le corresponde defender la vida y la dignidad de todo ser humano, sin excepción de nacionalidad, sexo, credo o status social.
“En este sentido, invocamos a las fuerzas del orden a que, en su legítimo derecho y responsabilidad de velar por la seguridad nacional, actúen con humanismo y profesionalismo, respetando en todo momento la dignidad de los migrantes, más aún si se trata de niños, ancianos y mujeres”, expresa en obvia alusión a las medidas policiales y militares tomadas por ambos gobiernos.
También invoca a los migrantes a evitar actos violentos y provocaciones que causen la reacción de más violencia por otras personas incluidas las fuerzas del orden.
Plantea que los gobiernos, en especial los de América Latina, actúen con rectitud y legalidad hacia esos migrantes, “respetando sus derechos, pero también las normas migratorias y la seguridad de las fronteras para mantener el clima de paz entre las naciones”.
Agradece a los obispados de Chile y Perú y a los agentes pastorales por acciones solidarias con los migrantes e invoca los agentes pasto pastorales y personas de buena voluntad “a hacer gestos humanitarios para atender las necesidades prioritarias de los hermanos migrantes, especialmente de niños y mujeres”.
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