Gustavo Espinoza M.*, colaborador de Prensa Latina
En otras latitudes, se recuerdan trascendentes episodios: el izamiento de la bandera roja en el Reichstag del Berlín derruido y en señal de la derrota de la Alemania Nazi en el 45; y 30 años después, la caída de Saigón, el último reducto norteamericano en Vietnam del sur, y por tanto la victoria del socialismo en la Patria de Ho Chi Minh, después de una guerra que conmovió al mundo.
Pero mañana, 1 de Mayo, se celebra de modo jubiloso en todas partes el Día Internacional de los Trabajadores. Y aquí podríamos utilizar la expresión “mañana” en una doble acepción: mañana, es decir, dentro de algunas horas; y mañana, vale decir en el futuro, en el porvenir de los pueblos, donde los trabajadores, en el Perú y el mundo habrán de librar la batalla principal contra la opresión capitalista, y alcanzarán la victoria. Entonces “mañana” será el futuro.
Mariátegui señala el rumbo
Mariátegui nos dijo que el 1 de Mayo no podía reducirse a la evocación de los Mártires de Chicago. Ese fue su punto de partida; pero desde entonces, mucha agua ha corrido bajo los puentes, y mucha sangre obrera también. Ahora, como antes, el 1 de Mayo sigue siendo un día de unidad del proletariado revolucionario; y por tanto, día de acción y de lucha.
La Clase Dominante antes abominaba esta fecha emblemática. La reprimía con fiereza, o la ignoraba. Hoy, ha cambiado de táctica: la proclama como suya, y busca cambiarle su esencia. Por eso la llama “El Día del Trabajo”. Y luego dirá que “todos trabajan”, por tanto, es el “día de todos”. No es así, Éste, es el Día Internacional de los Trabajadores, del Proletariado Universal.
Quienes niegan esto, no sólo pretenden negar la realidad, sino también desconocer la historia. Por eso, hoy mismo afirman solemnemente que “la lucha de clases, ya no existe”; que se trata, de un “concepto obsoleto”. Pregonan, entonces “la concertación”, “el dialogo”, “el acuerdo civilizado” entre explotadores y explotados. La vida, les da la espalda.
Entre los que piensan así, hay dos clases de gentes: Los que saben que se trata de una estratagema, y la usan por conveniencia; y los que no advierten lo que ocurre porque “no sienten” lo que acontece hoy. Viven adormilados y entumecidos por el sedativo que impone la “Prensa Grande” a través de su “mensaje”. A estos, hay que despertarlos y hacerlos ver la realidad.
Cambios en el mundo
No se requiere de mucho cacumen dialéctico para entender que el mundo cambia, evoluciona. Aunque los fenómenos son los mismos, los sujetos de la historia no son, ahora, iguales. En ese marco, la Clase Obrera de hoy, no es igual a la Clase Obrera de la Comuna de Paris en 1871, o de la Revolución Rusa en 1917. Es distinta porque ha cambiado. Pero ha cambiado de forma, no de esencia.
En otras palabras, la estructura de la Clase Obrera, se ha modificado en relación al pasado; pero como no ha desaparecido la explotación capitalista, tampoco ha desaparecido la fuerza social que habrá de sustituirla. La Clase obrera de hoy -y de mañana- cumplirá el mismo papel que la anterior, sólo que en nuevas condiciones.
Vigencia del pensamiento de Carlos Marx
Es bueno que se recuerde algo que nos dijera el viejo Marx en 1848: “Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción”. Le ha conferido un carácter distinto, que hoy llamamos “globalización”. Ella ha internacionalizado los mercados, la producción y, naturalmente, la explotación humana. Si las grandes corporaciones se trasladan ahora a países lejanos, es porque buscan “mano de obra barata”, que les aligere los costos, sin disminuirles la ganancia.
Por eso, en el mundo de hoy ha crecido la riqueza en manos de pocos, y ha aumentado la miseria en hogares de millones. Los ricos son cada vez menos, pero más ricos; en tanto que los pobres son más en cantidad, pero también en pobreza.
Por eso, la sociedad de nuestro tiempo se ha dividido en dos segmentos nítidos: los propietarios de los grandes medios de producción; y los desposeídos de los mismos. Los primeros, son los explotadores de siempre; y los segundos, los oprimidos de nuestro tiempo, los proletarios de hoy, la Case Obrera de nuestros días.
Ya no es sólo el proletariado fabril, que sigue siendo la columna vertebral de la Clase, sino todo el amplio espectro de personas que no tienen acceso a la propiedad de los medios de producción y que se ven forzados a trabajar para un patrón a cambio de un sueldo o un salario.
Este universo integra, en la condición de Proletarios de nuestro tiempo, a los obreros fabriles, empleados técnicos, médicos que trabajan en una clínica privada, ingenieros, abogados que no son dueños de empresas, intelectuales, trabajadores agrícolas, mineros, a más de la inmensa burocracia estatal.
Todos se han proletarizado, aunque ni tengan aún conciencia de ello. Por eso se dice sin rubor que “la clase media” ha desaparecido”. En realidad, se ha pauperizado de tal manera que hoy forma parte del Proletariado de nuestro tiempo.
La nueva realidad
Por eso, el Sindicalismo de Clase los involucra a todos. Y todos deben luchar por los intereses inmediatos de los trabajadores: la organización sindical, el derecho de huelga, la jornada de trabajo, el salario, el pliego de reclamos de las condiciones de vida; y por los intereses históricos: la justicia, el bienestar general, la igualdad, el fin de la opresión y el socialismo; un orden social más humano que practique la solidaridad, y no la competencia.
Que este 1 de Mayo sirva para que los trabajadores afirmen sus principios de clase, y los hagan valer: la Defensa Consecuente de los Intereses de los Trabajadores, la Unidad Sindical, la Democracia Interna y la Independencia de Clase; Sin olvidar, por cierto, su deber esencial: la actividad política consciente que ésta no puede ser ni electoral ni partidista, sino esencialmente de Clase.
rmh/gem
*Profesor y periodista Peruano
(Tomado de Firmas Selectas)