Los hallazgos del análisis revelaron que las disparidades acarreadas por la discriminación provocaron un exceso de un millón 630 mil fallecimientos en la comunidad negra en relación con los estadounidenses caucásicos durante algo más de dos décadas.
Debido a que tantas personas afrodescendientes mueren jóvenes, su tasa de mortalidad en 1999 y 2020 resultó en una pérdida acumulada de más de 80 millones de años de vida en comparación con la población blanca, mostró el estudio.
Aunque la nación exhibió algunos avances a inicios del siglo 21 en relación a la brecha generada por el color de la piel, ese avance se estancó de 2011 a 2019, abundaron los autores.
Afirmaron que en 2020, tras la llegada de la pandemia de la Covid-19, se borraron 20 años de progreso.
Los científicos describieron la situación como un llamado a la acción para mejorar la salud de los afroestadounidenses, cuyos decesos prematuros se ven impulsados por índices más altos de enfermedades cardíacas, cáncer y mortalidad infantil.
“Se están perdiendo vidas. Las familias carecen de padres y abuelos. Los bebés y sus madres se están muriendo”, planteó Herman Taylor, autor del estudio y director del Instituto de Investigación Cardiovascular de la Facultad de Medicina Morehouse, en Georgia.
Por su parte, Clyde Yancy, también autor de la investigación y jefe de Cardiología en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern, en Illinois, dijo que las altas tasas de mortalidad entre la comunidad negra tienen menos que ver con la genética y más con la larga historia de discriminación del país, que ha socavado las oportunidades educativas, de vivienda y laborales para estas personas.
Los vecindarios afroestadounidenses que fueron marcados en rojo en la década de 1930, designados como de “alto riesgo” para hipotecas y otras inversiones, siguen siendo más pobres y padeciendo de más enfermedades hoy en día, aseguró.
“Está muy claro que tenemos una distribución desigual de la salud”, consideró Yancy.
Acorde con los datos, en 2021, los ciudadanos blancos no hispanos tenían una expectativa de vida al nacer de 76 años, mientras que los negros no hispanos podían esperar vivir solo hasta los 71.
Gran parte de esa disparidad se explica por el hecho de que los recién nacidos afroestadounidenses tienen dos y media veces más probabilidades de morir antes de su primer cumpleaños frente a los caucásicos.
Asimismo, las madres negras triplican el riesgo de fallecer en lo que respecta a las complicaciones relacionadas con el embarazo.
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