De acuerdo con la investigación, alrededor de uno de cada cinco ancianos prescindió o retrasó la ingesta de los fármacos prescritos, tomó dosis menores o ingirió el de otra persona el año pasado por no poder pagarlos.
Los hallazgos del análisis se basaron en una encuesta nacional realizada a más de dos mil adultos mayores, desde junio hasta septiembre de 2022, y revelan cómo se dificultó para ellos costear sus medicinas desde 2016, cuando aproximadamente uno de cada siete estuvo privado de acceder a estas por sus altos precios.
Stacie Dusetzina, profesora de políticas de salud en la Universidad de Vanderbilt en Nashville, Tennessee, y autora principal del estudio, atribuyó la situación al incremento de la inflación y a la carestía de los medicamentos recetados, que son notoriamente altos en comparación con otros países de tamaño y riqueza similares.
En ocasiones, las personas seguirán tomando sus medicamentos según lo indicado por el médico a pesar del costo, pero deberán recurrir a otros medios, a veces extremos, para pagarlos, consideró la experta citada por NBC News.
Según la pesquisa, alrededor del 30 por ciento de los ancianos utilizó una tarjeta de copago o un cupón para adquirir sus fármacos.
Asimismo, una cuarta parte de los encuestados manifestó que le pidieron a un médico una medicina de menor costo, y alrededor del 17 por ciento investigó en las farmacias para encontrar precios más bajos.
npg/ifs