Así lo informó McCarthy, quien añadió que tuvo una conversación telefónica productiva con el gobernante, aunque descartó que ya se hubiera llegado a un arreglo sobre el tema.
“Creo que podemos resolver algunos de estos problemas si entiende lo que estamos viendo, pero he sido muy claro con él desde el principio. Tenemos que gastar menos dinero del que gastamos el año pasado”, señaló el congresista en declaraciones realizadas la víspera y reproducidas por CBS News.
También ayer, Biden aseguró desde Japón, donde participaba en la Cumbre del Grupo de los Siete, que los líderes republicanos necesitaban cambiar sus posiciones extremas para lograr un consenso bipartidista y calificó las propuestas anteriores como “inaceptables”.
Representantes de la administración y miembros de la oficina del McCarthy se reunieron brevemente el viernes después de un estancamiento de las pláticas ese mismo día, pero las negociaciones se rompieron y ambas partes se fueron sin un acuerdo.
Las discrepancias entre los grupos negociadores se hicieron aún más patentes cuando cada uno de ellos acusó al otro de adoptar posiciones extremas.
El sábado, el líder de la Cámara Baja tuiteó que el equipo de Biden estaba “retrocediendo en las conversaciones», mientras que la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, aseguró que los republicanos exigían una “serie de demandas partidistas extremas que nunca pasarían ambas Cámaras del Congreso”.
Mientras los desacuerdos ganaban terreno, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, advirtió nuevamente la víspera que Estados Unidos carecería de la capacidad para honrar sus cuentas tan pronto como el 1 de junio.
Los republicanos quieren aumentar el límite de endeudamiento del país, hoy en 31,4 billones (millones de millones) de dólares, a cambio de recortes de gastos para reducir el déficit, mientras que los demócratas, incluido el mandatario, alegan que este debe incrementarse sin condicionamientos.
Ante las desavenencias, el ocupante del Despacho Oval llegó incluso a valorar la aplicación de la Enmienda 14, que refiere que “la validez de la deuda pública no será cuestionada”, pero esta alternativa es objetada por algunos grupos por considerarla contraproducente.
Intentar invocar los llamados poderes bajo la Enmienda 14 sería tan económicamente calamitoso como un incumplimiento provocado por no levantar el límite de la deuda de manera oportuna, escribió Neil Bradley, director de Políticas y de Promoción Estratégica de la Cámara de Comercio, el grupo empresarial más grande de la nación.
Si Estados Unidos se viera privado del dinero para pagar sus cuentas, se suspenderían los pagos asociados a la seguridad social y los salarios de los empleados federales, y resultaría dañada la economía global debido a la perturbación de los precios y de las tasas hipotecarias en otros países, alertan analistas.
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