Este viaje de Blinken, es el segundo que realiza al país árabe desde que se convirtió en jefe de la diplomacia estadounidense, y ocurre en medio de un intento del reino de cambiar el caleidoscopio político en la región, con un acercamiento a vecinos como Siria e Irán, enemigos de Washington y víctimas de sus ilegales sanciones.
Las relaciones entre Estados Unidos y el hasta hace poco su aliado incondicional, pasa por tensos momentos debido a posturas de «desacato» de Riad en torno al suministro de crudo a los mercados globales.
Su disposición a asociarse con Rusia en la Organización de Países Exportadores de Petróleo y reanudar las relaciones con Irán, en medio de los intentos de Occidente de aislar a la nación persa, todo ello con la intervención de China, otro adversario del país norteño.
La visita del alto funcionario estadounidense ocurre apenas con pocas horas de diferencia con la estancia en Arabia Saudita del presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien calificó de exitosa su visita.
Por otra parte, ambos países dialogan para tratar de alcanzar un alto el fuego duradero en Sudán, y en el tema de la guerra en Yemen, escenario de enfrentamientos desde 2014 entre los partidarios del expresidente Abdo Rabu Mansur Hadi y los rebeldes hutíes del movimiento Ansar Alá, conflicto al que se incorporó Arabia Saudita en el 2015 bajo el pretexto de respaldo al exmandatario.
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