“(…) El mejor homenaje que podemos dar a los caídos de la guerra es fortalecer los diversos esfuerzos integracionistas que deben culminar en una patria sin fronteras, solidaria y antiimperialista”, afirmó el mandatario en un discurso al conmemorar el aniversario 88 del cese de hostilidades en ese conflicto contra Paraguay.
Sostuvo Arce que la Guerra del Chaco no fue el resultado de las intenciones de paraguayos y bolivianos, sino de las empresas transnacionales petroleras Standard Oil, de EEUU, y la Shell, de Inglaterra.
“Hoy conmemoramos el 88 aniversario del cese de hostilidades entre Bolivia y Paraguay -enfatizó el dignatario-, mediante un acuerdo que le puso fin a la Guerra del Chaco, la tercera conflagración más grande que haya visto nuestra región, después de la Guerra de la Triple Alianza y la Guerra del Pacífico”.
Las dos naciones protagonizaron esa conflagración desde el 9 de septiembre de 1932 hasta el 14 de junio de 1935 por el control del Chaco Boreal, territorio rico en petróleo.
Recordó que los últimos conflictos bélicos en el mundo tuvieron directa relación con ese hidrocarburo, e insistió en que la sostenida en las arenas del Chaco no fue la excepción.
Advirtió que el afán de lucro de empresas transnacionales asentadas en ambos países motivó entre ellas una carrera para apropiarse del hidrocarburo de la región.
“Para dirimir sus disputas recurrieron a la guerra, es decir, a hacer pelear a dos pueblos hermanos que pusieron los muertos, mientras que la Standard Oil y Shell alimentaban el conflicto”, expresó.
Comentó que la guerra tuvo consecuencias de trascendental importancia en la historia del país y de las Fuerzas Armadas, pues de sus trincheras regresaron militares patriotas decididos a extirpar el mal que gobernaba Bolivia, personificada en los barones del Estaño.
Subrayó que de ese conflicto vinieron “los mejores exponentes de nuestras Fuerzas Armadas, como David Toro, Germán Busch y Gualberto Villarroel, quienes organizados allanaron el camino para la revolución nacional de 1952, dirigida por obreros y campesinos”.
En opinión del jefe de Estado, en la Guerra del Chaco el pueblo de Bolivia se encontró a sí mismo y descubrió el rostro del verdadero enemigo, representado por “élites que trataban a la patria cual si fuera su hacienda”.
Acotó Arce que no solo Bolivia y Paraguay fueron víctimas de las políticas racistas y divisionistas del imperialismo.
“Desde la conflagración del Chaco, nuestros países han sufrido agresiones de todo tipo, desde la instalación de bases norteamericanas a lo largo y ancho de nuestro continente, hasta invasiones directas”, concluyó el presidente.
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