El experto comentó para Prensa Latina el informe de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida, organismo del que ha sido presidente), que reportó la erradicación en 2022 de 25 mil hectáreas de sembríos de hoja de coca.
Esta es una planta calificada de saludable, pero de la cual, con procedimientos químicos, se extrae la cocaína.
El informe oficial reconoce que, pese a esa merma, los cultivos de la hoja andina aumentaron 18 por ciento, de 81 mil hectáreas en 2020 a 95 mil en 2022, lo cual continúa una tendencia creciente iniciada en 2018.
Según afirma Soberón, las metas de eliminación se cumplen, pero está claro que la demanda de cocaína en Estados Unidos y Europa y de pasta base de cocaína (fase previa a la cristalización de la droga) en Brasil, propicia el aumento de las plantaciones.
Mencionó como otro factor del crecimiento de cocales, el hecho que los erradicadores solo cumplen su tarea en zonas de mejor acceso y no monte adentro, donde se expanden los cultivos y donde debe realizarse una erradicación focalizada y sostenida.
Llamó la atención sobre las agresivas operaciones de narcotraficantes que ocupan territorios en los llanos amazónicos para cultivar coca y producir droga.
La virtual invasión, según múltiples denuncias previas, afecta inclusive a tierras intangibles de las comunidades indígenas selváticas y reservas naturales y los autores han asesinado a líderes nativos por oponerse a sus actividades.
El jefe actual de Devida, Carlos Figueroa, afirmó por su parte que el territorio con mayor crecimiento de cocales es el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), un agreste territorio del centro del país en el que operan narcotraficantes y remanentes del grupo armado Sendero Luminoso.
Figueroa planteó también que la erradicación debe extenderse a territorios indígenas, concesiones forestales y zonas protegidas e insistió en los programas de reemplazo de cultivos de coca por café, cacao y otros productos exportables.
Soberón dijo a su vez que poco puede hacer la erradicación si la demanda de drogas se mantiene y citó cifras al respecto.
Precisó que la producción global de cocaína alcanza a dos mil toneladas, de las cuales Colombia aporta mil 400 y Perú entre 400 y 600 toneladas y las operaciones policiales en todo el orbe incautan mil 400 toneladas.
“Los narcotraficantes hacen una jugada simple: las 600 toneladas que les quedan las mezclan con otras sustancias, reducen su pureza, aumentan el volumen y venden dos mil toneladas, con lo que terminan ganando la guerra contra las drogas”, aseveró.
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