El país se encuentra en medio de su peor temporada para este tipo de contingencia, con más de 75 mil kilómetros cuadrados de bosques y otros terrenos quemados en lo que va de 2023, acorde con la misma fuente.
Según cálculos, la cifra representa casi 14 veces más tierra afectada de lo que se promedia normalmente en un año entero desde inicios del siglo XXI.
Hasta el momento se hallan fuera de control casi la mitad de los fuegos activos, que arden en todas las provincias y territorios del país, excepto en la lluviosa y ventosa Isla del Príncipe Eduardo (oriente).
Un número considerable de estos se extienden por las provincias occidentales densamente boscosas de Columbia Británica, Alberta y Saskatchewan.
El humo procedente de ola de incendios descontrolados viaja hacia el sur y a través de algunas de las ciudades más grandes del Medio Oeste de Estados Unidos, dejándolas con uno de los ambientes más insalubres del mundo, como se reporta desde Detroit, Chicago y Minneapolis.
El aire que sopla hacia el sur desde Canadá es nocivo en gran parte debido a que transporta masas de diminutas partículas de hollín flotantes, como resultado de la combustión a gran escala que ocurre en los bosques de la nación.
La mayor amenaza para la salud pública proviene de las partículas finas, o PM 2,5, que por sus dimensiones pueden cruzar al torrente sanguíneo.
Cada una de las tres ciudades estadounidenses del Medio Oeste más contaminadas tenía niveles de PM 2,5 que eran al menos 15 veces mayores que las concentraciones consideradas seguras por la Organización Mundial de la Salud (OMS), según datos del sitio de rastreo IQAir.
El humo de los incendios incluso ha cruzado el Atlántico hasta llegar a Francia y España, y en la capital de esta última nación se registraron niveles de PM 2,5, más de cuatro veces superiores al umbral de la OMS.
Desde hace meses, cientos de bomberos canadienses, a los que se han sumado cuadrillas de Francia, Estados Unidos, Sudáfrica y Nueva Zelanda, intentan apagar los fuegos.
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