Así refirió a Prensa Latina Lucas Domingo Hernández Polledo, estudioso del Centro de Investigación de Política Internacional (CIPI), quien catalogó al continente como un “baluarte indispensable en la defensa de nuestra Revolución en la arena mundial”.
En este sentido, aludió además al enfrentamiento de la mayoría de esos Estados -en desafío a las fuertes presiones económicas, políticas y diplomáticas de Occidente- a las maniobras contra la mayor de las Antillas gestadas dentro de la desaparecida Comisión de Derechos Humanos (CDH).
“Pocos recuerdan el papel de esas naciones ante aquel órgano que pretendía justificar, desde un escenario multilateral, la intromisión en los asuntos internos de La Habana y una intervención militar, catalogada como humanitaria, de Estados Unidos y sus aliados”, sentenció el experto.
APOYO DE ÁFRICA
El especialista reconoció también el rol de África en los momentos más difíciles del país, durante el denominado Período Especial tras la desaparición de la URSS, y la permanente visita de los líderes de aquella región, “su apoyo y confianza” al gobierno y pueblo de la isla.
“Cuando casi todos recogieron al personal de las embajadas y a los becarios, esa área mantuvo el envío de estudiantes a Cuba. Igualmente, en décadas anteriores, nosotros llevamos militares, médicos, maestros y técnicos en cumplimiento de principios de solidaridad e internacionalismo”, afirmó.
El comienzo de esa colaboración data de 1963, apenas cuatro años después del triunfo revolucionario, con la llegada de la primera brigada médica a Argelia, y en 60 años resulta evidente, asimismo, la instrucción de alrededor de 40 mil jóvenes africanos en centros escolares cubanos.
“Si, por una parte, los vínculos económicos no alcanzaron los niveles deseados acorde con nuestras potencialidades, sí son probadas las relaciones de amistad y hermandad, sustentadas en una historia de humanismo capaz de soportar la prueba del tiempo”, expresó el exembajador.
A su juicio, Washington constató la presencia de alrededor de 300 mil cubanos que combatieron o vivieron en condiciones de guerra en los países africanos; “ello frenó cualquier agresión militar organizada desde el Pentágono, ante la disposición y valía de este pueblo”.
De igual manera, esa lejana geografía intervino en la formación de “nuestros recursos profesionales e ideológicos, del hombre nuevo, pues contribuimos a la conquista de sus aspiraciones en sectores de la salud y educación, cuando ya para nosotros eran logros palpables y servicios gratuitos”.
CUBA: LA PATRIA DE CORAZÓN
Para Hernández Polledo, la inmensa mayoría de los africanos que estudiaron en la isla “se reconocen como hijos legítimos de la Revolución y como tal actúan”; tal es el caso de José César Augusto, exembajador de Angola en Cuba.
“Cuando comenzaron los primeros contactos entre Luanda y La Habana, en 1953, yo tenía 12 años de edad. El país aún no estaba liberado de las amarras de Fulgencio Batista, pero aquí existía un movimiento y una juventud revolucionaria, de la cual formaba parte Jorge Risquet”, refirió.
En declaraciones a esta periodista, el diplomático recordó la participación del entonces estudiante Agostinho Neto, tras salir de manera clandestina de la nación africana, en la Conferencia Mundial de Juventudes en Belgrado, Yugoslavia, a donde también asistió Risquet.
“Para mí ese primer encuentro entre mi país y la isla fue trascendental porque abrió un camino que aún hoy ampliamos”; luego, evocó, en 1975 el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, declaró que al ayudar a Angola, Cuba cumplía un elemental deber internacionalista.
“Los cubanos forman parte de nuestra historia desde hace muchísimos años. Convivieron con nosotros en los momentos más difíciles. Imagina la selva Mayombe, vivir en aquella floresta compacta donde los rayos solares no penetran y hay un frío de muerte”, contó José César Augusto.
Y añadió, “entonces, ¿cómo un extranjero consiente ese sacrificio? Porque para ellos, la Revolución solo se materializaría si todos los pueblos del mundo alcanzaran la libertad del colonialismo y el capitalismo y, por tanto, sentían nuestra lucha como si fuera propia”.
En su consideración, si alguien escribe sobre la conquista y consolidación de la independencia en algunas naciones africanas, sin mencionar la presencia física de los cubanos, “el relato no sería verdadero, solo lo es si narran cómo ellos nos ayudaron de manera incondicional”.
“¿Por qué hablo más de las tropas cubanas si nosotros también teníamos soldados? Porque éramos un cuerpo embrionario, teníamos experiencia en la guerrilla, pero no en una guerra convencional, tanque contra tanque. Las Fuerzas Armadas Populares de Liberación estábamos allí, pero las fuerzas determinantes en la consolidación de nuestra soberanía era el ejército cubano”, acotó.
Una vez alcanzada la independencia, aseguró, fortalecieron los vínculos y la colaboración en varias esferas, entre ellas, agricultura, salud y educación y, en este sentido numerosos agrónomos, biólogos, médicos e ingenieros angolanos recibieron su formación en la isla.
En una oportunidad su sobrino le preguntó: ¿Cómo usted tío, con su ideología y lealtad confiesa tener tres patrias? Y la respuesta no se hizo esperar: “Angola es mi patria de sangre, Cuba y Argelia, donde me instruí como militar, las de corazón”.
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