Por Mario Hubert Garrido
Corresponsal de Prensa Latina en Panamá
En declaraciones a la prensa el vocero de ese colectivo, Enrique Botello, sostuvo que el ideal del Libertador está más vivo que nunca, un camino hacia una sociedad que prospere en la hermandad.
Para el investigador, lo que sucedió entre el 22 de junio y el 15 de julio de 1826, también conocido como Congreso de Panamá, tenía en sí la clara intuición de Bolívar de crear una confederación de los pueblos iberoamericanos y aunque no tuvo los resultados esperados, sentó esas bases.
Sobre la región, estimó, se cernían muchos peligros, como los de ahora; de ahí la necesidad vigente de juntarnos y defendernos como nación, remarcó.
Según Botello, ante enemigos internos y el afán de reconquista de Fernando VII, apoyado por esa Santa Alianza europea, la ambición de Bolívar era el entendimiento entre todas las naciones, la unidad del continente, formar de todo el nuevo mundo una sola nación.
Bolívar estableció, dijo, el principio legal de acción (Uti possidetis iuris), “usarás lo que posees, de acuerdo con el derecho o la ley’, uno de los principios que fue consagrado en ese Congreso Anfictiónico, cuyo fin era idear mecanismos para la resolución pacífica de controversias entre los Estados americanos.
A juicio de otro historiador y politólogo, Carlos Guevara, esa reunión sentó las bases de la integración iberoamericana, las cuales se observan en los actuales mecanismos, entre ellos la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) o el Mercado Común del Sur.
LA HISTORIA, LOS DETALLES
El Congreso Anfictiónico de Panamá sesionó en el Convento de San Francisco (actual Palacio Simón Bolívar y sede de la cancillería panameña) entre el 22 de junio y el 15 de julio de 1826 con el objetivo central de crear una confederación de los pueblos iberoamericanos desde México hasta Chile y Argentina.
Su instalación ocurrió en medio de las conquistas independentistas en Hispanoamérica, tras la liberación del Alto Perú (actual Bolivia) por parte del Libertador Simón Bolívar y del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre.
Para Panamá el encuentro tuvo una especial relevancia, pues en su territorio se concretó el máximo sueño del Libertador, quien en 1815 expresó desde Jamaica: «¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuera para nosotros lo que el de Corinto para los griegos!… Ojalá que un día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso…».
Bajo esta perspectiva, Bolívar anhelaba el entendimiento entre todos los países y buscaba la unidad continental.
Al Congreso asistieron representaciones de la entonces Gran Colombia (abarcaba además a Ecuador, Panamá, Venezuela y Nueva Granada), México, Perú y la República Federal de Centro América, mientras que Gran Bretaña envió un observador y los Países Bajos otro a título personal.
Los gobiernos de Chile, Buenos Aires (hoy Argentina) y Brasil, también convocados, no asistieron a la cita.
Estados Unidos fue invitado como observador, a insistencia de Francisco de Paula Santander, vicepresidente de Colombia, encargado del poder ejecutivo mientras Bolívar, presidente de Colombia, ejercía como jefe del ejecutivo peruano (1824-1827).
El ministro (embajador) estadounidense en Bogotá, Richard Anderson, fue designado observador, pero enfermó y falleció en Cartagena antes de que pudiese llegar al istmo.
El otro observador estadounidense, John Sergeant, destacado hombre público de Pensilvania, arribó a Panamá después de la conclusión del congreso. Eran tiempos de traslados lentos, por barcos a vela, y en tierra firme, a caballo o a lomo de mula.
EJES TEMÁTICOS
La agenda tuvo varios temas: afianzar la independencia, la seguridad interna y la no intervención, así como igualdad jurídica entre todas las naciones.
También abogaron por consolidar los nexos entre los Estados por medio de un Congreso plenipotenciario permanente y abordaron la Reforma social basada en la libertad y la paz.
La organización de un cuerpo de normas de derecho internacional, la abolición de la esclavitud en todos los Estados confederados, la contribución de cada país para el mantenimiento de los contingentes militares comunes y la adopción de medidas de presión a fin de obligar a España al reconocimiento de las nuevas repúblicas, fueron otros puntos de debate.
El Congreso Anfictiónico de Panamá no derivó en los resultados que Bolívar esperaba. La mayoría de las naciones que asistieron no estaban en condiciones políticas ni económicas para cumplir con los acuerdos. Además, las divisiones entre ellas derivaron en conflictos fronterizos.
Pese a ello, el Libertador se enfocó en la creación de la Confederación de Los Andes (Colombia, Perú y Bolivia) para oponerse a la política imperial de Estados Unidos y a las clases dominantes.
El periodista cubano Pedro Rioseco aseguró en un reciente artículo sobre el tema que debido a las rivalidades entre los países latinoamericanos: Argentina y Brasil por Uruguay; Salvador con Guatemala por la República de América Central; Bolivia en conjura contra Sucre; José de la Mar, en Perú, pugnando por arrancar Guayaquil a Colombia y devolver Bolivia a Perú; y la abierta oposición de Estados Unidos a la formación de una Federación de Estados en América del Sur, los acuerdos sólo fueron ratificados por la Gran Colombia.
Sin embargo, la asamblea de 1826 dio un paso fundamental hacia la cooperación internacional que conocemos hoy y es una característica principal del sistema mundial.
El Congreso logró reunirse nuevamente, a convocatoria de México, pocos años después, y el tratado se disipó sin que este país lo ratificara.
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