Al intervenir en el segmento de alto nivel de la cumbre climática COP28, la primera ministra barbadense, Mia Amor Mottley, pidió más control sobre el metano, al advertir que el exceso de ese gas causa mayores daños que las emisiones de dióxido de carbono.
Insistió en la necesidad de fuertes regulaciones y compromiso para evitar el continuo alza de las temperaturas y calificó al cambio climático como “una sentencia de muerte para muchos”.
“Estoy cansada de decirlo, se necesita capital a largo plazo para que no nos veamos obligados a elegir entre la gente y el planeta”, enfatizó.
De su lado, el presidente de Guyana, Irfaan Ali, lamentó que tras décadas de debates sobre los problemas medioambientales todavía el mundo carezca de soluciones reales a los desafíos existentes y no se avance debidamente hacia las metas pactadas.
En su opinión, las acciones climáticas no pueden tomarse en detrimento de las naciones pobres ni tampoco ignorar las realidades de los territorios más afectados por la crisis ecológica.
En ese sentido, propuso reducir la producción de hidrocarburos y eliminar los grandes contaminantes de las cadenas globlales de suministro entre las medidas necesarias si se quiere alcanzar la neutralidad del carbono hacia 2050.
Aparte de los gobernantes de Barbados y Guyana, otros colegas de la Comunidad del Caribe (Caricom) se encuentran en Dubái para la cumbre del COP 28 y también plantearán sus preocupaciones sobre los desafíos medioambientales de los pequeños estados insulares.
Los dignatarios Roosevelt Skerrit (Dominica) y Philip Davis (Bahamas), y la secretaria general de Caricom, Carla Barnett, expresaron cautela sobre los millones de dólares prometidos en el Fondo de Pérdidas y Daños aprobado en el evento.
Todos coincidieron en que aunque esa iniciativa busca apoyar a los países vulnerables, en el pasado proyectos similares quedaron en letra muerta y nunca los más grandes actuaron con hechos concretos.
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