Contrario a lo que muchos piensan, el lucrativo mercado de estas piezas puede convertirse en un bumerán debido sobre todo a las dificultades de esas transacciones y la persecución policial.
La motivación particular sobre el asunto, la aportan detalles de BBC Mundo que sitúan al museo Kunsthal de la ciudad de Róterdam entre los más perdedores, al enfrentar robos costosísimos.
Pese a la casi imparable crisis financiera mundial, aparecen compradores de arte, sobre todo piezas contemporáneas y de viejos maestros, que las adquieren en subasta mediante elevadas sumas de dinero.
Para algunos compradores, el arte es un activo siempre presente, cuando los expertos recuerdan que uno de los primeros fondos de arte apareció en Paris, Francia, en 1910, momento que un grupo de amantes de las buenas obras invirtió 750 francos, suma ínfima, en la adquisición de piezas de Picasso y Matisse.
Esas mismas obras, las venderían 10 años más tarde por 100 mil francos (cada franco de esa época equivalía a 0,16673 dólares), operación que motivó la idea de la rentabilidad del arte, como negocio.
Entre los ejemplos recientes, Internet abunda en la venta del guitarrista Eric Clapton de una pintura de Gerhard Richter por 30 millones de dólares, 10 veces más que lo pagado por ella.
Varias anotaciones traen al director de estrategia global del sito Web Artnet, Thomas Galbraith, quien hace un resumen de las más importantes contrataciones de la actualidad para un mercado de mucho estilo.
Dice que de 1980 a 1985 aparecen en los catálogos artistas poco conocidos, que en ese momento podían colocar sus piezas, pero más tarde desaparecieron del interés, de ahí que se les convirtiera este tipo de negocio en algo pecaminoso.
Solo en 2011 el comercio de obras de arte alcanzó los 60 mil millones de dólares, una parte en subastas y la otra en ventas privadas.
Se agregan a este mercado los robos, organizados por personas u organizaciones criminales a razón de nueve de cada 10 ocasiones, que aunque emplean numerosos recursos y dinero en realizar la fechoría, luego se convierte en una calamidad el poder vender esas pinturas.
Cuando una obra de arte puede venderse por decenas de millones de dólares, también ese mercado es abarcado por rufianes que ven la tentación de muchos billetes y ahí empiezan los problemas.
Aunque esos crímenes los medios de prensa lo muestran como elitistas, y los filmes presentan a los ladrones de este tipo con gran estilo y personalidad, no deja de ser un delito que ensombrece un mercado legal.
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