Esa es la peor caída que enfrentó la nación desde la pandemia y representa un descenso del 8.7 por ciento, lo que en cierta medida refleja el estado de salud de la economía y la demanda de productos salvadoreños en el exterior.
Durante solo un mes, febrero del año anterior, se mostró un avance en las ventas al exterior que solo alcanzaron seis mil 498.1 millones de dólares, inferior a los siete mil 115.1 millones logrados en igual periodo de 2022.
Esta situación fue anticipada por productores que resintieron la cancelación de pedidos desde Estados Unidos, el principal socio comercial, donde las empresas se prepararon en 2022 con inventarios ante las trabas en las cadenas logísticas.
La baja en las ventas afectó principalmente a la maquila, que el año pasado cerró con una caída de 294.6 millones (un 23.1 por ciento) al sumar exportaciones por solo 980.9 millones. Con relación a las importaciones el país solo compró inventarios por 15 mil 648.3 millones de dólares, cifra inferior a mil 459.7 millones (un 8.5 por ciento) en comparación con 2022, lo que también muestra el desbalance existente con las exportaciones.
Estados Unidos adquirió el 35.6 por ciento de las exportaciones salvadoreñas, valoradas en dos mil 313.5 millones de dólares, también menos que en 2022.
En cierta forma, la caída de las exportaciones fue compensada por un crecimiento del 4,6 por ciento de las remesas familiares que ingresaron a la economía local ocho mil 100 millones en 2023, o sea 362.2 millones más que el año precedente, según el BCR.
Las remesas familiares en la última década fueron uno de los principales renglones de la economía salvadoreña y motor del consumo privado, y llegan al 24 por ciento de los hogares del país.
Estados Unidos se mantuvo como el principal emisor de remesas con el 93 por ciento proveniente del trabajo de cerca de 2.5 millones de salvadoreños residentes en ese país, aunque algunos se mantienen a la sombra alejados de las autoridades migratorias.
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