De acuerdo con ese informe, el istmo pierde por esa vía cerca de 165 millones de dólares en impuestos directos, pues al país entran 15 contenedores mensuales de cigarros a los puertos locales, lo que se ha convertido en una problemática que afecta la salud pública, las finanzas estatales y la seguridad ciudadana.
El dinero generado por la venta ilegal de cigarrillos va directamente a las pandillas y el crimen organizado, afirmó el director regional de Crime Stoppers, Alejo Campos, pues se vincula con actividades como blanqueo de capitales, narcotráfico y corrupción, colaborando estrechamente con pandillas encargadas de distribuir el producto.
“Estamos hablando, básicamente, que de cada 10 personas que fuman, nueve están consumiendo un producto que es totalmente ilegal, lo que implica que no pagan impuestos”, aseveró.
Según Campos, la gente lo ve como una realidad muy lejana, pero al final las pandillas en Panamá, como en otros países de la región, son brazos operativos de estructuras más grandes del crimen organizado, ya que venden el producto, facilitan la logística del contrabando de cigarrillos y generan fondos diarios.
Advirtió además que el contrabando de cigarrillos es una especie de caja menuda para financiar operaciones de todo tipo, como comprar municiones, enviar dinero adentro de la cárcel o pagar pequeñas cuotas de soborno.
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