‘Los que están con Hizbulah y los que no’, resumió.
Más allá de las 18 confesiones religiosas reconocidas en este país, añadió, la dicotomía actual consiste en posiciones clasistas.
De un lado hay quienes respaldan el papel de la Resistencia islámica ante los proyectos de Estados Unidos e Israel, mientras otros forman parte de esos planes, aseguró.
‘El diseño contempla, agregó, acabar con el Movimiento que en par de ocasiones derrotó a los ocupantes e invasores israelíes’.
Hizbulah expulsó a los representantes del régimen de Tel Aviv que de 1982 a 2000 controlaron gran parte del territorio libanés y también prevalecieron en 2006, ante una agresión del principal aliado norteamericano en Medio Oriente.
Con las armas no pueden doblegar a la Resistencia libanesa, dijo, de ahí que en la actualidad acudan a métodos para dividir hacia lo interno.
Un ejemplo de tales ardides se vio en la manera de desvirtuar la insubordinación civil masiva de finales de 2019, que derivó de protestas contra la elite gobernante a un conflicto sectario o de menos profundidad, acotó.
Aquellas demandas surgieron tras el anuncio de que habría impuestos por el uso de WhatsApp, y sin mediar organización alguna, miles de personas en las calles exigieron la salida de la elite gobernante.
Hoy día, señaló, la situación es humillante por cortes de electricidad de 20 y más horas, una inflación de 200 por ciento de los precios, según organismos internacionales, y una devaluación monetaria de más de 100 por ciento respecto al dólar estadounidense.
Sin embargo, no se escucha una sola voz de protesta, cuando debía ser el momento de mayor rechazo a los políticos que contribuyeron a crear el panorama de marras.
‘¿Será que algo más fuerte que el hambre, las penurias o las necesidades los calló?’, cuestionó el profesor universitario, filósofo e historiador.
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