Fundada en 2000 por el magnate Jeff Bezos, también creador de Amazon, la empresa pretende la instalación para llevar a cabo experimentos científicos, escapadas de vacaciones, y potencialmente la fabricación en el espacio, según anunció en conferencia de prensa.
Blue Origin busca vínculos junto al startup o emprendimiento tecnológico Sierra Space para hacer realidad el objetivo principal, y con la multinacional Boeing, que diseñará un módulo de investigación en la estación, aunque descartó existan garantías de poder materializarlos.
Sus ejecutivos se negaron a dar una estimación del costo total y precisaron que persiguen además contratar a la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) como arrendatario principal, sin que tengan claro cómo podrían concretar esa asociación.
Según expertos, la NASA viene lanzando desde hace tiempo convocatorias de propuestas para estaciones espaciales comerciales, ya que la Estación Espacial Internacional de noviembre de 1998, se acerca al final de su vida útil.
Otros emprendimientos tecnológicos como Nanoracks y Axiom de Texas realizaron ofrecimientos similares, enormes de caros y arriesgados, mientras requieren múltiples lanzamientos seguros antes.
El New Glenn, cohete preparado para poner en órbita las partes más grandes de la estación espacial, aún no está listo para operar y su vuelo inaugural se retrasó recientemente hasta al menos finales de 2022.
Blue Origin persigue que Orbital Reef pueda estar lista y albergar hasta 10 personas previo a 2030, un propósito mal visto por los especialistas en el tema cuando hasta ahora solo logró algunos vuelos suborbitales con tripulación.
Una nave espacial que transportaría turistas desde y hacia la estación soñada, como por ejemplo, la Starliner de Boeing, sufrió numerosos contratiempos y realizará un vuelo de prueba crucial a mediados de 2022.
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