A unos dos meses de instalado, el Ejecutivo enfrenta la continuidad de una crisis financiera y económica que el Banco Mundial clasifica como la peor desde 1850.
Líbano contempla una devaluación de más de 100 por ciento de la moneda nacional respecto al dólar, casi 80 de cada 100 de sus ciudadanos debajo del umbral de la pobreza (3,64 dólares diarios) y una inflación superior a 500 puntos porcentuales.
El FMI recibió una comunicación del primer ministro libanés, Najib Miqati, para solicitar un programa de fondos, indicó el vocero del organismo prestamista internacional, Gerry Rice.
Y puedo decirles, dijo Rice al sitio Naharnet, que comenzaron las discusiones técnicas preparatorias.
Las conversaciones con la institución internacional con sede en Washington pudieran aportar miles de millones de dólares para el país con costas al mar Mediterráneo oriental.
Después de incumplir con el pago de su deuda externa por primera vez en la historia, Beirut inició negociaciones con el FMI que chocaron por disputas sobre quién asumiría la mayor parte de los adeudos.
En cualquier caso, la llamada nación de los cedros requiere de aplicar reformas de todo tipo para abordar un posible colapso total.
Tales modificaciones tal vez allanen ayuda prometida por la comunidad internacional durante una reunión en París, aunque sus principales donantes o inversores, los Estados de la península Arábiga, esperan por una disculpa del Gobierno libanés.
Hace una semana, Arabia Saudita retiró a su embajador, dio un plazo para que el libanés hiciera lo propio de su territorio y suspendió las importaciones libanesas.
El reino exige la destitución del ministro de Información George Kordahi, quien acusó a Riad de encabezar una agresión contra Yemen.
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