A pesar de su compromiso de (desempeñar) un papel activo junto a los hermanos libios y al arreglo pacífico y democrático de la cuestión libia, no están presentes las condiciones para la participación personal del presidente, dijo a la prensa el canciller argelino, Ramtane Lamamra.
La decisión era patente desde el miércoles pasado cuando el mandatario argelino no respondió a la invitación de su homólogo francés, Emmanuel Macron, para asistir a la conferencia.
En el encuentro, que comenzó labores la víspera, diseñado para salvar el proceso electoral en Libia, según la convocatoria, Argelia estará representada por el canciller Lamamra, anunció el Ministerio de Exteriores.
Libia está en caos desde que en 2011 una agresión aérea de la OTAN, bloque militar del que Francia forma parte, propició el derrocamiento del gobierno constitucional de ese país y el asesinato, previa torturas y vejámenes del líder Muammar Gadafi, que no desempeñaba cargo oficial.
En el momento de la agresión de la alianza atlántica Libia ocupaba el primer lugar en África en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU y hoy está divida entre dos gobiernos rivales y parcelada en territorios controlados por milicias armadas de diverso signo político.
La decisión del mandatario argelino puede inscribirse en el pésimo estado de las relaciones entre Argel y París desde que en octubre pasado Macron afirmó que en el país norafricano rige “un sistema político militar” y funciona sobre “una renta de memoria”.
Para añadir insulto a la afrenta, el mandatario galo expresó la opinión en un homenaje a descendientes de “harkis”, argelinos que actuaron como auxiliares del ejército francés contra los “moudjahidines” , los guerrilleros del Frente de Liberación Nacional que combatían la dominación colonial de París de 132 años.
Tras las alegaciones del presidente francés Argelia llamó a consultas a su embajador en París y cerró su espacio aéreo al paso de aviones militares franceses.
Estimados cifran en más de un millón 500 mil los argelinos muertos en la guerra de independencia durante la cual Francia empleó la tortura de los prisioneros nacionalistas y utilizó bombas de napalm contra las zonas liberadas.
Hasta el presente el más impactante testimonio de aquella conflagración es la película ítalo-argelina La batalla de Argel (1966) dirigida por Gillo Pontecorvo, vetada en Francia hasta 1971.
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