Mediante aquellos mecanismos los visitantes foráneos solo cumplían determinados requerimientos sanitarios y podían ingresar al país sin observar cuarentenas, con el objetivo de reanimar la alicaída industria turística nacional, cuyos ingresos representan cerca del 15 por ciento del Producto Interno Bruto nacional.
Pero el creciente número de contagiados con la Ómicron (rozan los 100) aconsejó retomar controles más estrictos, incluido el aislamiento por una semana si el viajero está amparado por el Thailand Pass, y de dos si pasa por el Test and Go. La decisión será reevaluada el 4 de enero.
Activados el 1 de noviembre, ambos programas contribuyeron a aumentar significativamente el número de turistas llegados a Tailandia, pero el 6 de diciembre las alarmas se dispararon con la entrada de un estadounidense contagiado con la nueva variante del SARS-CoV-2.
En 2019 Tailandia recibió casi 40 millones de vacacionistas extranjeros, mas la irrupción de la pandemia a inicios de 2020 hizo que ese año la cifra no pasara de seis millones y medio, mientras en este apenas llegan a 300 mil.
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