La Habana (Prensa Latina) Aunque 2021 comenzó sin sorpresas con la reelección del presidente Marcelo Rebelo de Sousa, Portugal vivió estos 12 meses, en el plano político-social, la crónica anunciada de unos comicios legislativos anticipados.
Fue el año de todas las profecías, espetaron varios comentaristas de la escena local al referirse a las premoniciones de De Sousa acerca de la disolución de la Asamblea de la República (parlamento) si no se aprobaba el proyecto de plan de presupuesto del Estado para 2022.
DISOLUCIÓN A LA ESPERA DE LO CONTRARIO
Tal vez el mandatario esperaba lo contrario, de hecho lo confesó a los medios públicos en noviembre cuando ya era inevitable lo que desde todo el arco político (de la izquierda a la derecha) se esperaba: la clausura del parlamento y la convocatoria a las urnas, la cual se materializará el 30 de enero de 2022.
Ni el Bloque de Izquierda ni el Partido Comunista Portugués apoyaron esta vez al primer ministro socialista Antonio Costa y el texto gubernamental terminó parado en seco en la primera de las dos lecturas reglamentarias.
Ambas agrupaciones, la primera con «humo blanco» y la segunda con un paso al costado, facilitaron que Costa aprobara en diciembre de 2020 el presupuesto para este año, que debió enfrentar un pico no esperado en enero pasado debido a la pandemia de Covid-19.
COVID-19 FRENA CRECIMIENTO ECONÓMICO
Durante este calendario, Portugal pretendió una recuperación económica pospandémica, que se ralentizó por el incremento de los casos en el primer mes del año, cuando las cifras fueron las más altas dentro de la Unión Europea (UE).
La situación llevó a otro confinamiento general hasta marzo, cuando comenzó la reapertura gradual de la actividad económica.
El primer año de pandemia finalizó con una caída del producto interno bruto (PIB) del 8,4 por ciento, la mayor contracción desde 1995, y la expectativa de un fuerte despegue de la recuperación en 2021 se espera ahora en el primer tercio de 2022.
Las proyecciones de crecimiento rondan el 4,5 por ciento al cierre de estos 12 meses, y un turismo -que ronda 15 puntos porcentuales del PIB desde 2019- afectado por la enfermedad y que podría dar síntomas de recuperación para abril próximo.
Sin embargo, los índices de inmunización conseguidos contra el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la dolencia, que rondan el 90 por ciento de la población vacunable (10,3 millones de habitantes) hacen pensar en un mejoramiento rápido de la situación económica.
No obstante, habrá que tener en cuenta que los comicios retrasarán la entrega por la UE a Lisboa de los fondos correspondientes por el Plan de Recuperación y Resiliencia, a pesar de ser el primero de los 27 al que se le aprobara.
PUNTOS DE LA DISCORDIA
Más allá de matices, los puntos discordantes entre los socialistas, de una parte, y los comunistas y los del Bloque, de otra, tienen que ver con la cuantía para el salario mínimo y la reforma del Sistema Nacional de Salud.
Mientras Costa se ufanaba de tener suficientes fondos en las arcas, determinó que la cuantía mínima en el país fuera de 705 euros mensualmente, mientras los comunistas pedían que llegase a 850. Los cambios en el sistema sanitario propuestos van en la dirección de prepararlo mejor para enfrentar otras crisis de salud.
ELECCIONES ANTICIPADAS SIN SOLUCIÓN GARANTIZADA
Hasta ahora no parece que de las urnas salga un bloque central que apoye la gobernabilidad, más bien lo contrario, con triunfos de pequeñas fuerzas políticas que harían más fragmentado el legislativo de 230 curules.
Al desgaste de seis años de gobierno del Partido Socialista y de Costa- quien aún fuera de la campaña, dijo desde el principio que sería el candidato- se unen los problemas internos del partido Socialdemócrata (el único con capacidad de formar ejecutivo), que llevará como contrincante al economista de 64 años Rui Rio.
De hecho, Rio no contará con el apoyo logístico de la formación, cuyo liderazgo reclama el eurodiputado Paulo Rangel.
Si la segunda profecía (fragmentación parlamentaria) es de por sí seria, lo es más la tercera de De Sousa: la pérdida de espacio de partidos tradicionales impedirá la estabilidad que consiguió en 1995-2002 con el ex primer ministro Antonio Guterres (ahora secretario general de la Organización de Naciones Unidas, ONU).
Al final, para aprobar los presupuestos necesarios, el jefe de Estado necesitaba esa confluencia por al menos dos años en aras de salir de la crisis económica y social provocada por la Covid-19, la cual consideró la más seria amenaza en más de un siglo.
«Por primera vez en 45 años no fue aprobado el presupuesto del Estado en la Asamblea de la República», comenzó por decir el mandatario, aquejado por problemas de salud a sus 73 años de edad y acabado de salir con éxito de una operación de dos hernias inguinales.
El rechazo no ocurrió en cualquier momento, con cualquier presupuesto o de cualquier modo, añadió, para expresar: este es un momento decisivo en todo el mundo.
Por si fuera poco, los resultados de las elecciones autárquicas (locales), en septiembre, inclinaron la balanza hacia mayor peso específico de pequeñas formaciones, algunas incluso con pretensiones de beneficiarse de la ingobernabilidad.
Nadie sabe a ciencia cierta cuáles serán los números de los comicios anticipados de enero de 2022, pero si se materializan los pronósticos más tenebrosos de Sousa -amante de la estabilidad- podría quedar para la historia como el presidente que ayudó a la ingobernabilidad de Portugal.
rmh/to/ro
*Periodista de la Redacción Internacional de Prensa Latina