Durante los próximos meses, los ciudadanos de varias regiones de este país tendrán que acudir a las urnas para renovar o ratificar la directiva de los estados federados, ejercicios que son analizados como medidores antes de los comicios generales del 26 de septiembre.
Las primeras votaciones, celebradas el domingo en Baden-Württemberg y Renania-Palatinado, reflejaron la caída del respaldo popular al bloque formado por la Unión Democristiana y la Socialcristiana de Baviera (CDU-CSU), al tiempo que alertaron sobre la posibilidad de un cambio de colores en la alianza en el poder.
La reelección de Winfried Kretschmann y Los Verdes en Baden-Württemberg con el 32,6 por ciento de los votos, así como la de Malu Dreyer y el Partido Socialdemócrata (SPD) en Renania-Palatinado con el 35,7 de las boletas, fueron interpretadas por los analistas como un duro golpe para los conservadores.
Asimismo, dichos acontecimientos llevaron a varios medios de prensa a destacar la posibilidad de que la llamada coalición semáforo (el rojo del SPD, el amarillo de los liberales y el verde de los ecologistas) sustituya al bloque que lideró Alemania durante 15 años de la mano de Angela Merkel.
Aunque es muy pronto para vaticinar el desenlace de la contienda electoral de septiembre, las citas del fin de semana elevaron las alarmas de la CDU, que este año no contará con la guía de la llamada Dama de hierro germana.
Los comicios serán los primeros desde 2005 en los que no participará Merkel como candidata al puesto de Canciller Federal y durante ellos los alemanes designarán a los 709 miembros del Bundestag (Parlamento), quienes deberán determinar quién será su sustituto.
En mayo, la CDU y la CSU deberán determinar su candidato para las elecciones generales, pero antes, en abril, tendrá lugar una consulta popular en Turingia para determinar cómo estará constituido el gobierno local.
Precisamente, en ese estado federado surgió una de las peores crisis de la administración conservadora en los últimos tiempos, la cual provocó la renuncia en 2020 de la discípula de Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer, al frente de la CDU.
Kramp-Karrenbauer también desistió de aspirar a dirigir la Cancillería Federal, tras el escándalo generado por la elección de Thomas Kemmerich como ministro presidente de Turingia con los votos de su formación (Partido Democrático Libre), la CDU y la extremista Alternativa para Alemania (AfD).
El establecimiento de un pacto con AfD va en contra de las acciones para combatir la expansión de la ultraderecha y tuvo consecuencias negativas, lo cual se reflejó en los comicios de Hamburgo, donde la CDU quedó en tercera posición tras obtener solo el 11,2 por ciento de los votos.
De esta manera, Merkel vio destruidas las posibilidades de dejar a su seguidora al frente de la formación política y de Alemania, nación que vivió un período de inestabilidad y estuvo a punto de enfrentarse a elecciones anticipadas.
Finalmente, Bodo Ramelow y la Izquierda continuaron gobernando en Turingia y esperan renovar sus fuerzas el mes próximo.
A este complejo escenario, se suma la repercusión de la pandemia de la Covid-19 en los votantes, quienes valorarán en las urnas la gestión de la dirección del país.
Por otra parte, sobresalen las denuncias de corrupción contra varios políticos conservadores y las divisiones internas entre los seguidores de esa corriente.
Según la analista María-Paz López, la pregunta que retumba en estos momentos es si la CDU podrá continuar en el poder sin la presencia de Merkel.
En palabras del líder de los socialcristianos de Baviera, Markus Soder, los resultados de las elecciones regionales del domingo fueron un duro golpe para el corazón de la Unión y quedó claro que es posible una mayoría sin el bloque conformado por la CDU y la CSU.
mem/gas