Las divisiones partidistas se acrecentaron con el paso del tiempo, según el estudio del Pew Research Center que realizó varias encuestas para evaluar la percepción de los disturbios del 6 de enero de 2021 en la sede del Congreso.
En general, los estadounidenses expresaron conmoción por los sucesos violentos, pero las divisiones fueron claras incluso poco después de los acontecimientos, cuando los demócratas fueron mucho más propensos que los republicanos a mostrar decepción e incredulidad, señala la investigación.
Respecto a quién estaba detrás del motín que buscaba evitar la certificación de la victoria electoral del actual mandatario, Joe Biden, uno de cada cinco miembros del partido rojo afirmaron que no era Trump, sino grupos como Black Lives Matter (Vidas Negras Importan).
Entre los integrantes de la bancada azul, el 95 por ciento consideró que el entonces jefe de la Casa Blanca era responsable por lo ocurrido en aquella jornada, pero solamente la mitad de sus adversarios políticos identifican al magnate vinculado a las protestas.
Además, el Pew Research Center refleja que a principios de marzo, el 87 por ciento de los estadounidenses deseaban encontrar y enjuiciar a quienes irrumpieron en el Capitolio el 6 de enero, aunque para septiembre, esa cifra se redujo al 78 por ciento.
Respecto a las sanciones impuestas a los participantes en la insurrección, más del 75 por ciento de los de la fuerza política aliada al exgobernante creen que han sido demasiado severas o correctas, mientras que para el 71 por ciento de los demócratas no son lo suficientemente fuertes los castigos.
También existen divisiones en cuanto a la confianza en la pesquisa del comité de la Cámara de Representantes sobre lo ocurrido y ocho de cada 10 republicanos no consideran que la investigación sea justa y razonable.
En ese contexto de divisiones políticas, mañana habrá conmemoraciones por el primer aniversario de los disturbios perpetrados por una turba de seguidores del antiguo ocupante del Despacho Oval, quien es investigado por incitar la manifestación con sus constantes y falsos reclamos de fraude electoral.
Paralelamente, unas 700 personas se enfrentan a la justicia por su rol en el incidente, considerado por observadores políticos como un “asalto a la democracia”.
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