Picasso, Zóbel y Parreno protagonizarán el hilo conductor de exposiciones e instalaciones este año, que culminará con el nuevo despliegue de la colección permanente.
Una curiosa combinación de estilos. Pablo Picasso, el malagueño maestro del cubismo, Fernando Zóbel, español nacido en Filipinas de estilo abstracto, y Phillipe Parreno, francés quien se enfrentó a los fantasmas de Goya, reconstruyó la Quinta del Sordo, se encerró varias noches en el Prado y rodó una película.
Pero antes, desde el próximo 23 de enero, la instalación tendrá la puesta en escena de la obra sacramental de Lope de Vega «El hijo pródigo» (1603) como colofón de la muestra instalada desde septiembre de «El hijo pródigo y el arte de narrar en el Barroco andaluz».
“Una propuesta escénica a cargo de músicos y actores de diversos países de habla hispana en la que se plantea un juego de roles y de género entre los personajes», que lanza por primera vez una obra de teatro con música en la pinacoteca nacional.
Además de Picasso, Zóbel y Parreno, el Museo del Prado incluye en su programación de los venideros meses al marqués de Santillana, Paret, Carracci y los artistas españoles en el Nápoles del Renacimiento.
Asimismo, contempla colaboraciones con la Biblioteca Nacional, el MNAC de Barcelona, el Museo de Capodimonte de Nápoles y la Galleria Nazionale d’Arte Antica de Roma, entre otras entidades.
De otro lado, espera recuperar la galería jónica norte, que se dedicará a la escultura clásica, un nuevo discurso narrativo y expositivo en las salas de Goya de la primera planta del edificio Villanueva, espacios monográficos consagrados a los leonardescos o al naturalismo europeo a inicios del siglo XVII, y otra centrada en las múltiples funciones de las copias conservadas en el Prado.
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