El nuevo escándalo que acosa al gobernante conservador es la comidilla diaria desde que comenzaron a aflorar los reportes sobre al menos media docena de convites celebrados en Downing Street en momentos en que Inglaterra estaba bajo un confinamiento nacional para evitar la propagación del virus.
Johnson incluso admitió a mediados de esta semana en el Parlamento que asistió a una reunión social, con tragos de por medio, que organizó su secretario privado en los jardines de la residencia oficial del primer ministro el 20 de mayo de 2020.
Aunque ofreció sentidas disculpas, el líder británico no reconoció que violó las reglas vigentes por la Covid-19 porque según dijo, siempre pensó que se trataba de una “reunión de trabajo”.
Y por si no fuera poco, el Daily Telegraph publicó la víspera que asesores y ayudantes de Johnson celebraron sendas fiestas regadas con abundante alcohol en Downing Street el 16 de abril pasado, justo cuando el país estaba de duelo por la muerte del príncipe Felipe y la reina Isabel II se disponía a enterrar a su esposo.
La veracidad de las revelaciones hechas por el periódico británico quedó confirmada pocas horas después cuando la oficina de Johnson ofreció disculpas a la monarca.
El Daily Mirror echó este sábado más sal en la herida, al reportar que los eventos etílicos son cosa de todos los viernes en la residencia oficial, incluso durante la pandemia, y que el personal incluso adquirió una nevera para enfriar la bebida.
Los reportes de las bacanales en Downing Street se sumaron a otros escándalos que ya acosaban a Johnson desde mediados del año pasado por supuesta corrupción a la hora de adjudicar contratos a empresas privadas proveedoras de insumos para combatir la Covid-19, y mal manejo de los fondos usados para remodelar su apartamento.
Hasta el momento, el primer ministro británico hace caso omiso a los llamados a renunciar procedentes de la oposición y de más de 60 por ciento de los electores, y aspira a que una investigación interna de las presuntas violaciones de reglas cometidas en su oficina lo exonera de culpas.
El principal peligro para Johnson provendría, sin embargo, de sus propios correligionarios, muchos de los cuales consideran insostenible su permanencia al frente del gobierno.
Según reportes, ya suman una docena los diputados conservadores que escribieron al poderoso Comité 1922 para dejar constancia escrita de que su falta de confianza en el gobernante.
De acuerdo con las normas internas, si 54 legisladores, equivalente al 15 por ciento de la bancada conservadora, remiten cartas al comité, entonces habría una votación secreta para determinar el grado de confianza de la bancada en el líder del partido.
De no contar con el apoyo del 50 por ciento más uno (181 votos) de sus correligionarios en el Parlamento, Johnson tendría que dimitir, para dar paso a un concurso electoral para seleccionar a su sustituto de entre los candidatos nominados por al menos dos diputados conservadores.
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