«Lo que viene ocurriendo y las amenazas que se están concretando en contra de la población exigen una respuesta humanitaria que desincentive más ataques en contra de la vida, la libertad y la integridad de los habitantes de este territorio», señaló en un comunicado.
Recordó que desde el 2 de enero Arauca ha vuelto a vivir el enfrentamiento entre actores armados, en especial, las llamadas disidencias de las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y Saravena, Tame, Fortul, Arauquita, Arauca capital, y Cubará (Boyacá) son los territorios más afectados.
«Durante estos veinte días del 2022 se han presentado al menos 34 homicidios; se han recibido 269 declaraciones de desplazamiento forzado, con un aproximado de mil personas desplazadas; dos secuestros», previó.
Además, confinamiento de comunidades indígenas; amenazas generalizadas a líderes sociales y presidentes de Juntas de Acción Comunal y riesgos para las personas en proceso de reincorporación, agregó.
Enfatizó que las afectaciones a los líderes y lideresas sociales se ha incrementado, y el ataque directo a ellos parece ser una característica específica del nuevo ciclo de violencia.
En ese sentido, recalcó que el hecho más reciente es el del carro bomba detonado el 19 de enero en el municipio de Saravena que ocasionó daños físicos a los edificios del Terminal de Transporte y otras instancias y que produjo la muerte de una persona de vigilancia.
«La detonación afectó también al Edificio Héctor Arilo, que al parecer era el objetivo principal del atentado dado que allí se encontraban líderes de distintas organizaciones sociales del territorio, cinco de los cuales resultaron heridos», detalló.
Subrayó que se empieza a sentir en la región la repetición de un escenario similar al vivido entre 2005 y 2011, y la agudización de esta situación lleva a una reflexión sobre los motivos y las condiciones de la persistencia de la confrontación armada.
«El abandono estatal, la corrupción, los problemas de la tierra y el territorio, las economías ilegales y una democracia debilitada mantienen vivas las situaciones de violencia», remarcó.
Es necesario superar los tratamientos sintomáticos, analizar las causas más profundas y abrir espacios de dialogo que busquen resolverlas para que territorios como Arauca no sigan viviendo cada década avalanchas de hechos que fracturan las vidas, dificultan la convivencia e impiden el desarrollo a todo un territorio, advirtió.
También hizo un llamado a los actores armados a que respeten los Mínimos Humanitarios, una estrategia que nació de la comunidad araucana para clamar el respeto por la vida y la disminución del impacto del conflicto a la sociedad civil.
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