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El experto, expresidente de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, analizó los efectos de un conflicto donde se emplee este tipo de armamentos.
La semana pasada, funcionarios del gobierno estadounidense estimaron que los combates podrían matar entre 25 mil y 50 mil civiles, entre cinco mil y 25 mil militares ucranianos y entre tres mil y 10 mil soldados rusos. También podría generar entre uno y cinco millones de refugiados.
Los números son una aproximación a un conflicto con armas convencionales pero, si se extendiera más allá de las fronteras de Ucrania y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se involucrara en la lucha, esto se convertiría en una gran guerra entre fuerzas armadas nucleares con el peligro muy real de que se utilizaran armas nucleares, dijo Helfand.
El analista opinó que si se produce un enfrentamiento convencional este podría derivar a una guerra con armas atómicas, ya que los líderes de las partes podrían sentirse impulsados a emplear artefactos nucleares tácticos para evitar una derrota.
Según Helfand si una solo arma nuclear de 100 kilotones explotara sobre el Kremlin, podría matar a un cuarto de millón de personas y herir a un millón más, abrumando por completo la capacidad de respuesta a desastres de la capital rusa.
Una sola bomba de 100 kilotones detonada sobre el Capitolio de Estados Unidos mataría a más de 170 mil personas y heriría a casi 400 mil, aseguró.
El Nobel de la Paz consideró que es poco probable que una escalada de conflicto nuclear entre Estados Unidos y Rusia implique ojivas individuales sobre sus respectivas capitales.
Más bien, dijo, es más probable que haya muchas armas dirigidas contra muchas ciudades y que muchas de estas armas sean sustancialmente mayores de 100 kilotones.
Por ejemplo, citó, un informe de 2002 demostró que si tan solo 300 de las mil 600 ojivas estratégicas desplegadas por Rusia se detonaran sobre centros urbanos estadounidenses, 78 millones de personas morirían en la primera media hora.
Además, toda la infraestructura económica de la nación quedaría destruida: la red eléctrica, Internet, el sistema de distribución de alimentos, entre otras afectaciones.
Todo lo necesario para mantener la vida desaparecería, y en los meses siguientes a este ataque la gran mayoría de la población estadounidense sucumbiría a la inanición, la enfermedad por radiación, la exposición y la enfermedad epidémica.
Algo similar ocurriría en Rusia ante un ataque de Estados Unidos, e igual en Canadá y Europa, advirtió.
Asimismo, dijo Helfand, el uso a gran escala de armas nucleares causaría un enfriamiento global abrupto y catastrófico, no vistos desde la última era glacial, que produciría un desastroso descenso en la producción de alimentos y una hambruna global que podría matar a la mayoría de la humanidad.
Subrayó el Nobel de la Paz que es imperativo que la crisis actual se resuelva por medios diplomáticos y las naciones con armamento nuclear aprendan de esta peligrosa situación y actúen para eliminar el peligro de una guerra nuclear de forma definitiva.
rgh/lb