Al reunirse aquí con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, el secretario norteamericano de Estado, Antony Blinken, reconoció el diferendo con Ankara, incluido en el tema de la compra a Rusia de complejos coheteriles S-400.
Pese a amenazas de Washington de imponerle sanciones, Turquía mantuvo su posición de completar la adquisición de varias baterías de S-400, decisión que tomó, tras un dilatado proceso para contar con sistemas Patriot estadounidenses.
El gobierno turco acordó en diciembre de 2017 la compra de los S-400, lo cual se hizo efectivo desde 2019. Pero desde entonces, Washington advirtió a Ankara que ello afectaría la venta de cazas F-35 al país euroasiático.
Turquía participó, con la producción de unos dos mil componentes, en el proceso de fabricación del F-35, de quinta generación, y aspira adquirir al menos un centenar de esos aparatos aéreos.
Además, los nexos de Turquía y la Unión Europea (UE) también fueron objeto de discusión ayer en esta urbe, incluido en el campo de la colaboración para controlar los flujos migratorios, sellada en un acuerdo en 2016.
La posibilidad de actualizar el referido arreglo estuvo ayer en el centro de un encuentro del alto representante de la UE para Relaciones Exteriores y Seguridad Internacional, Josep Borrell, con el canciller turco, Mavlut Cavosoglu.
mem/to