Esa tendencia a la baja nunca se reflejó en los precios de los bienes básicos que continúan en el mismo nivel, sean combustibles, alimentos u otros artículos o servicios.
De tal manera que el ciudadano sigue siendo la víctima de las artimañas del Banco Central (Banque du Liban), la codicia de los comerciantes y la corrupción que provocaron la peor crisis económica en décadas.
Empleados y jubilados comenzaron a retirar en dólares sus salarios a una tasa de 22 mil 250 libras, lo cual implica menos ingreso en moneda nacional.
En la sureña ciudad de Sidón una multitud se concentró frente a una sucursal bancaria para protestar al verse en la obligación de cobrar en dólares a un tipo de cambio desfavorecedor.
Los manifestantes describieron esas operaciones de robo calificado que constituye una erosión adicional a sus estipendios disminuidos en más de 90 por ciento ante la pérdida de valor de la moneda nacional.
El investigador Mahmoud Jabai declaró al canal Al Manar que la población paga el precio de la subida del dólar y la de su caída; de modo alguno hay beneficio, apostilló.
A juicio del especialista, el Banco Central controla el mercado negro y recurre a maniobras para reducir la tasa extraoficial en ese sector y sacar provecho de la diferencia.
La vicepresidenta de la Asociación de Consumidores, Nada Nehme, estima que manipular el tipo de cambio es un juego para desgastar y retirar dinero de los ahorristas.
Desde 2019, Banque du Liban eliminó las transferencias en divisas y la escasez de ellas influyó en que treparan hasta los más de 30 mil de enero pasado, mientras sigue vigente una tarifa oficial de mil 500 por billete verde.
A lo largo de esos dos años y meses, no subieron los salarios de nueve de cada 10 libaneses, en tanto que la inflación algunas fuentes la sitúan en casi 400 por ciento y como resultado más de tres cuartas partes de la población cayó debajo del umbral de la obreza.
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