El 26 de febrero del 2012, Martin murió al recibir un impacto de bala en el pecho. Su atacante, George Zimmerman, un vigilante voluntario de una comunidad de vecinos de Orlando, Florida, quedó en libertad a las pocas horas del suceso tras alegar que había actuado en defensa propia.
En vano el Departamento de Justicia y el Buró Federal de Investigaciones anunciaron una investigación de los hechos y de la actuación de la policía.
Después de 10 años, la familia de Martin aún sufre la muerte del joven que salió a comprar una bolsa de gominolas y un refresco, y nunca más volvió a casa.
A pesar de que los agentes del orden público no realizaron un test de alcoholemia ni de consumo de drogas al sospechoso, como exige la ley en este tipo de sucesos, la justicia decidió creer, sin cuestionamientos, que Zimmerman actúo por miedo a perder su vida ante el muchacho de Orlando.
Zimmerman se benefició, además, de una de las leyes de posesión de armas más permisivas del país, La ley de Florida, que permite que los residentes de ese estado usar la fuerza en caso de amenaza, sin tener que huir antes del peligro.
El asesinato despertó una oleada de protestas a lo largo del país y despertó el debate en torno a la discriminación racial, los derechos civiles y la igualdad ante la justicia.
Nada ha cambiado una década después, dijo la madre de Trayvon Martin, Sybrina Fulton, durante una entrevista en ocasión del nuevo aniversario de su muerte. De acuerdo con analistas locales, el caso Trayvon Martin se considera la semilla del movimiento Black Lives Matter (BLM), que cobró fuerza en 2020 tras la muerte del afroamericano George Floyd en Minneapolis a manos de un policía blanco.
En este contexto, recientemente, la justicia estadounidense decidió la absolución de dos condenados por el asesinato del activista afroestadounidense Malcom X, casi seis décadas después del crimen.
Según la Fiscalía del Distrito de Manhattan, Muhammad Aziz y Khalil Islam no obtuvieron la justicia que merecían en el caso porque el FBI y la policía ocultaron pruebas que habrían facilitado su puesta en libertad mucho antes.
Aziz e Islam -junto con un tercer hombre, Thomas Hagan- fueron condenados a cadena perpetua por el asesinato del defensor de los derechos de las personas negras, quien fue abatido en Nueva York, delante de su familia.
«Pido perdón por lo que fueron violaciones graves e inaceptables de la ley y de la confianza de la ciudadanía», dijo el fiscal Cyrus Vance Jr al dar a conocer el fallo.
Pareciera imposible un cambio de mentalidad en Estados Unidos, aún así, tenemos esperanza en que habrá un cambio. La justicia llegará para Martin y para todas las víctimas de odio, tengo fe en ello, afirmó Sybrina Fulton.
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