Por el unilateral e injusto pensamiento de guerra fría de Washington y su política exterior de separación de las partes, la composición de las relaciones internacionales se transforman en una nueva guerra fría y la situación política y militar en los puntos candentes del mundo se agravan y surgen nuevas dificultades, subraya el artículo publicado en medios locales.
Si recordamos la historia, las dos guerras mundiales que acarrearon calamidades y dolores tienen sus raíces en la avaricia del imperialismo, y las grandes y pequeñas contiendas bélicas del siglo pasado están relacionadas con la intervención de los imperialistas en los asuntos internos, subraya el analista Ri Ji Song.
Añade que el ataque aéreo a Yugoslavia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) el siglo pasado demostró a qué nivel llegó la hipocresía de Estados Unidos y el Occidente que hablaban de la paz y la estabilidad del mundo, la integridad territorial y la defensa de la soberanía.
Las guerras de Iraq, Afganistán, y las diversas «revoluciones de color» que acarrearon las tragedias del siglo XXI demuestran que Estados Unidos y el Occidente no distinguen los medios y los métodos para realizar la política hegemónica, subraya Ri, analista de la Asociación de Estudio Político Internacional.
En cada región y país donde interviene Estados Unidos, son sembradas las semillas de la discordia y las relaciones entre los Estados se empeoran. Esto es el actual orden internacional donde tal fenómeno se solidifica como una ley.
A renglón seguido el artículo concluye que la crisis de Ucrania también tiene sus raíces en la coacción y arbitrariedad de Estados Unidos, que ignoró las legítimas demandas de seguridad de Rusia y se aferró a las sanciones y presiones unilaterales persiguiendo la hegemonía del mundo y la superioridad militar.
Asimismo llama la atención sobre el hecho que no es casual que la prensa internacional y los especialistas evalúen que la principal razón de la crisis de Ucrania está en que el equilibrio de fuerzas de Europa fue destruido por la expansión y el peligro que significa la OTAN para la seguridad estatal de Rusia.
Estados Unidos embellece sus actos de intervención en los asuntos internos como acciones «justas» para la paz y la estabilidad, pero condena las medidas de autodefensa que toman otros países para defender su seguridad como «injusticia» y «provocación».
El análisis termina estableciendo el hecho de que la época actual no es la época en la cual Estados Unidos era el dueño de la situación y estima que Washington deberá juzgar bien la nueva coyuntura internacional y dejar de aferrarse a sus coacciones y arbitrariedades que perjudican la paz y la estabilidad global.
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