De acuerdo con la Casa Blanca, la estrategia llega en un momento en el que han disminuido en el país los casos y el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la pandemia, constituye un riesgo de menor nivel.
Para poner en práctica la iniciativa, la administración necesita que el parlamento “haga su parte” y apruebe la solicitud de fondos para una mayor vigilancia y recopilación de datos con el objetivo de monitorear nuevas variantes.
También señala que será necesario un presupuesto adicional para contribuir a la producción de vacunas para otros países, una exigencia que desde hace tiempo muchos reclaman a Washington ante la desigual inmunización a nivel global.
La víspera, en su discurso del estado de la Unión ante el Congreso, el presidente Joe Biden afirmó que Estados Unidos debe mantener las herramientas (vacunas, refuerzos, tratamientos, pruebas y máscaras) para protegerse contra la Covid-19.
Asimismo, el mandatario defendió el uso de una píldora antiviral de la farmacéutica Pfizer que reduce el riesgo de hospitalización.
Estados Unidos enfrentó entre diciembre y enero pasados un alza de contagios debida a la propagación de la variante Ómicron del virus SARS-CoV-2 y, según fuentes oficiales, los infectados descendieron de 800 mil diarios hace poco más de un mes a 60 mil en la jornada de este martes.
Esta nación norteña es una de las más golpeadas en el mundo por la pandemia que ya dejó aquí más de 950 mil muertes.
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