Kishida declaró a la prensa local que su gobierno intentará recuperar la “relación saludable” con Seúl, pues no puede continuar tan “difícil”.
“Una relación sólida entre Japón y Corea del Sur es indispensable para la realización de un orden internacional basado en reglas, así como para la paz, la estabilidad y la prosperidad en la región”, dijo el mandatario nipón. Respecto al tema de las esclavas sexuales surcoreanas, el jefe del gabinete japonés señaló que es fundamental mantener la promesa bilateral de 2015 de buscar una «solución final e irreversible» al diferendo.
Por otro lado, Yoon Suk-yeol, quien prestará juramento como presidente de Corea del Sur en mayo, hizo declaraciones públicas sobre la posibilidad de mejorar los vínculos con Tokio, además de retomar la llamada diplomacia itinerante que se basa en visitas recíprocas de los principales líderes políticos.
Según los historiadores, hubo alrededor de 200 mil mujeres (en su mayoría coreanas) que fueron víctimas de la esclavitud sexual en los cuarteles de los militares japoneses durante la Segunda Guerra Mundial.
Las disputas territoriales y diplomáticas entre las dos naciones asiáticas tienen su raíz histórica en la colonización nipona de la península coreana desde 1910 hasta 1945.
Los gobiernos de Seúl, sobre todo los de corte nacionalista o progresista, han insistido en el resarcimiento de las víctimas de esa etapa colonial que incluyen a las mujeres prostituidas y a los casi ocho millones de sus ciudadanos sometidos a trabajos forzosos.
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