El fenómeno se originó en los desiertos de las islas en el norte de China y Mongolia, y cubrió la víspera gran parte de la península coreana, además del territorio nipón.
Tokio observó su primera tormenta de polvo amarillo en los últimos 10 años, mientras que el rango de visibilidad en las prefecturas de Yamaguchi y Shiga se redujo a solo tres kilómetros.
De acuerdo con la Agencia Meteorológica de Japón, rangos por debajo de los cinco kilómetros aumentan el riesgo de accidentes automovilísticos.
Los puntos de referencia en la ciudad de Fukuoka quedaron borrosos por el polvo cuando el rango de visibilidad en esa urbe cayó a cuatro kilómetros.
Los rangos de visibilidad en las ciudades de Oita y Kobe también fueron de cuatro kilómetros, mientras que en Osaka y Kioto se registró un tope de cinco kilómetros.
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