Actualmente Florida permite ese tipo de procedimientos hasta las 24 semanas de gestación, pero ese tiempo se reducirá a partir del 1 de julio, fecha en que entrará en vigor la disposición, la cual solo contempla dos excepciones: peligro para la vida de la madre o feto con malformaciones.
La Casa Blanca tildó la medida de “radical” e instó al Congreso a aprobar una legislación nacional para frenar la ola de normativas locales de ese tipo impulsadas y apoyadas por republicanos como DeSantis en varios estados del país.
El gobernador floridano, que busca ser reelecto este año, ha promovido una serie de legislaciones calificadas como ultraconservadoras.
La más reciente obligaría a mujeres de toda la región sureste de Estados Unidos a viajar cientos de kilómetros para interrumpir embarazos, pues varios estados vecinos a Florida cuentan con reglas más restrictivas.
En el sur del país también está el caso de Texas, donde desde septiembre de 2021 entró en vigor una norma que prohíbe realizar el procedimiento a partir de las seis semanas, cuando muchas mujeres ni siquiera saben todavía de su condición.
Además, el año pasado se presentaron proyectos con un lenguaje parecido o idéntico al de Texas en Alabama, Missouri y Ohio, y más recientemente en Oklahoma dieron luz verde a una ley que considera el aborto un crimen punible con hasta 10 años de prisión.
Se espera un pronunciamiento de la Corte Suprema de Estados Unidos este verano sobre una demanda centrada en la constitucionalidad de una legislación de Misisipi contra la interrupción de embarazos luego de las 15 semanas.
De ser aceptada como legal, habría un retroceso de las protecciones legales previstas desde el caso conocido como Roe contra Wade, cuya sentencia en 1973 estableció el derecho al aborto en el país.
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