Alrededor de 194 mil 400 edificios sufrirían severos daños por el sismo o los consecuentes incendios, comunicó el grupo de trabajo de gestión de desastres de Tokio, que presidente el gobernador Yuriko Koike.
Además, un movimiento telúrico de tal envergadura afectaría cerca del 60 por ciento de los 23 distritos capitalinos y provocaría el desplazamiento de más de cuatro millones 500 mil de residentes locales.
Las autoridades niponas simulan este tipo de escenarios catastróficos para adoptar medidas orientadas a reducir los daños humanos y materiales provocados por los temblores de tierra, tan frecuentes en la nación asiática.
La anterior estimación data de 2012. Comparativamente, el análisis de los expertos sugiere la disminución de unos tres mil 500 decesos y el colapso de 109 mil 900 inmuebles menos.
En la mejora de los pronósticos intervino la resistencia sísmica de los edificios construidos durante la última década, precisó la instancia gubernamental.
El pasado mes de marzo, otro grupo de expertos subordinado al gobierno central enfatizó que la evacuación temprana y segura de las personas reduciría en un 80 por ciento las muertes por terremotos y tsunamis.
Asimismo, presentó un paquete de acciones para reforzar los protocolos en las zonas de mayor actividad sísmica, con énfasis en la capacitación de los civiles ante situaciones de emergencia.
Si el siniestro ocurriera en invierno, los especialistas previeron que alrededor de 42 mil habitantes del noreste de país enfrentarían riesgo de muerte por hipotermia.
Hace 11 años atrás, antes de que comenzaran los simulacros, el llamado Gran Terremoto del Este de Japón dejó un saldo de 15 mil 800 personas fallecidas, seis mil 100 heridas y cerca de dos mil 500 desaparecidas.
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