Los países de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) acordaron en 2014 aumentar su presupuesto militar en el entorno del dos por ciento de su producto interno bruto (PIB), lo que en el caso germano serían alrededor de 70 mil millones de euros.
Para el 2022 la cifra designada es de 50 mil 400 millones de euros, por lo que el canciller Olaf Scholz anunció en febrero, al calor de la operación militar rusa en Ucrania, un fondo especial de 100 mil millones que permitiría cerrar la brecha con lo pactado.
El problema es que para poner en práctica esa decisión se requiere una enmienda a la Ley Fundamental, como se denomina a la Constitución alemana, que solo es posible alcanzando una mayoría de dos tercios en el Parlamento, de ahí la necesidad del diálogo.
La coalición de socialdemócratas (SPD), verdes y liberales (FDP) depende de los votos de la alianza conservadora CDU/CSU, sin embargo declaraciones de la líder del SDP, Saskia Esken, al periódico dominical Frankfurter Allgemeine Zeitung, revelan que la posición del bloque no es uniforme.
Esken señaló que el cumplimiento anual exacto del objetivo del dos por ciento del PIB que establece la OTAN no es muy realista y que no es posible alcanzarlo por igual siempre.
La política refirió que el equipamiento que se solicita en una fecha puede recibirse hasta cuatro años después y puntualizó que las sumas destinadas al gasto de defensa pudieran no ser tan elevadas en los dos primeros años.
A pesar de estos escollos Scholz reafirmó en el Foro Económico Mundial de Davos esta semana el compromiso de aumentar el presupuesto militar en 100 mil millones de euros.
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