En un artículo publicado en el periódico The Hill, Levin explicó que la mayoría de los préstamos federales están en manos de trabajadores sin ningún tipo de riqueza familiar.
Según datos oficiales, el 97 por ciento de toda la deuda recae sobre quienes ganan menos de 150 mil dólares al año.
Los estadounidenses deben colectivamente 1,6 billones de dólares, lo cual afecta a casi 43,4 millones de empleados estadounidenses, comentó.
El antiguo director de fuerza de trabajo del estado de Michigan aseguró que vio de primera mano lo que el acceso a los estudios y a una formación laboral asequibles puede hacer para elevar a los trabajadores y a la economía del país.
“Sin embargo, esa oportunidad deja de existir en un sistema en el que la creciente deuda impide que la clase obrera participe plenamente en el desarrollo local”, añadió.
Estudios indican que el 60 por ciento de todos los empleos requieren una formación más allá de la escuela secundaria.
De acuerdo con la Oficina de Estadísticas Laborales, normalmente se requiere una licenciatura para acceder a 169 ocupaciones.
Millones de trabajadores estadounidenses volvieron a estudiar u obtuvieron un título universitario al pensar que invertían en su futuro, de acuerdo con el analista.
Mientras en 1960 aproximadamente el 7,7 por ciento de la población estadounidense se graduó de casas de altos estudios, ahora más del 37,5 por ciento de las personas de 25 años o más tienen al menos un título de ese nivel de enseñanza.
“Pero a medida que se gradúan, entran en un mercado laboral en el que los salarios se ven superados por las decenas de miles de deudas de los préstamos estudiantiles”, aseveró.
Además, el crecimiento de los salarios de los trabajadores negros e hispanos en los últimos 40 años también fue inferior al de los blancos, con un crecimiento de sólo el 18,9 por ciento y el 16,7 por ciento respectivamente.
“Esta crisis se extiende más allá de la edad o la generación, ya que la población de portadores de deudas que más rápido crece es la de los estadounidenses de 65 años o más”, señaló.
Para Levin, la condonación no es sólo una cuestión de jóvenes, como se oye a menudo, sino económica, de derechos de los trabajadores, de justicia racial y de equidad de género, que abarca varias generaciones.
«Aunque debemos recalibrar por completo la política de la enseñanza superior de nuestro país para garantizar que esta vuelva a ser asequible a largo plazo, el alivio inmediato mediante la cancelación de la deuda ayudará a los trabajadores hoy», concluyó.
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