Así describió un informe de opinión publicado por el influyente diario The New York Times la actual crisis de violencia con armas de fuego que afecta a Estados Unidos.
Señaló el rotativo que el hecho inquietante en un país donde no sólo hay más armas que personas, sino que en los últimos 30 años, sus pobladores son cada vez menos partidarios de leyes de armas más estrictas.
Sorprendentemente, en 1959 el 60 por ciento estaba a favor de la prohibición de las armas de fuego excepto las utilizadas por los agentes de policía y otras personas autorizadas.
Hoy esa cifra es del 19 por ciento, un asombroso y preocupante guarismo que pone en evidencia el fracaso del sistema para enfrentar la crisis mientras se debate en la polarización partidista.
La tragedia de Uvalde, Texas, pone de manifiesto una vez más el sinsentido de este romance, reiteró el rotativo neoyorquino.
El problema es serio, a Buffalo, en Nueva York, siguió la escuela para niños en Uvalde, tras esta el tiroteo en el hospital St. Francis en Tulsa, Oklahoma, donde este miércoles un tirador mató a tres personas antes de ser abatido por la policía.
Este nuevo hecho ocurrió mientras el país continúa reponiéndose de la masacre ocurrida el pasado 24 de mayo, cuando 19 niños y dos profesoras fueron asesinados por disparos de un joven de 18 años.
Todos en el país conocen del problema, desde el presidente Joe Biden hasta el más simple de los estadounidense que puede estar preocupado por alguna bala perdida que lo envíe a eso que llaman el más allá.
El de Uvalde fue el tiroteo escolar más mortífero sucedido en Estados Unidos desde el de Sandy Hook, en Connecticut, en el que murieron 27 personas, incluido el atacante, en diciembre de 2012.
El problema es complicado y de difícil solución según valoraciones de ambos lados, en especial del pasillo republicano, la tolda que en 2004 dejo expirar una prohibición de las armas de asalto.
En la actualidad un pequeño pero notable contingente de republicanos está a favor de algún tipo de restricción de estos artefactos a pesar de que el partido es en gran medida reacio a las medidas de control de armas.
La prohibición federal de las armas de asalto de 1994 expiró en 2004, y restablecer una versión actualizada de la misma fue durante mucho tiempo una prioridad para los demócratas. Los republicanos se resisten de forma abrumadora a este tipo de medidas, con un puñado de excepciones.
El Centro de Investigación Pew encontró que el apoyo a la prohibición de las armas de asalto entre los adultos republicanos y de tendencia republicana cayó del 54 por ciento en 2017 al 37 por ciento en 2021, mientras que el apoyo aumentó ligeramente entre todos los votantes del 80 por ciento al 83.
Sin embargo, difícilmente los estadounidenses consigan derogar la Segunda Enmienda y logren que el Tribunal Supremo aplique su supuesto construccionismo estricto a la frase «milicia bien regulada», leyes estatales que regulen la producción y la venta.
En resumen, en este contrasentido del amor por las armas pesa una gran interrogante: ¿Reaccionará el Congreso si los legisladores fueran víctimas como lo fueron los inocentes de Sandy Hook o Uvalde?
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