El país norteño solo los redujo desde 2006 en un tres por ciento, a pesar de tener la capacidad financiera para eliminarlos responsablemente, precisó la revista Environmental Science & Technology.
Estados Unidos no tiene plazos reglamentarios para hacerlo, no es parte del Convenio de Estocolmo y su inventario de PCB está mal documentado, argumentó la fuente.
Según los investigadores, quedan más de 10 millones de toneladas de materiales que contienen PCB y que suponen una amenaza para la salud pública y el medio ambiente en todo el mundo.
No accionar con eficacia el tema de los PCB es un mal presagio para la gestión de otras sustancias químicas tóxicas que se encuentran en infinidad de productos, “como las altamente persistentes PFAS (sustancias perifluoradas y polifluoradas) y las parafinas cloradas”.
Los PCB son contaminantes orgánicos persistentes y cancerígenos, y se utilizaban ampliamente por sus propiedades aislantes y retardantes de la llama.
Fueron prohibidos a finales de la década de 1970 por muchas naciones, incluidos Estados Unidos y Canadá, pero estas sustancias siguen presentes en transformadores, condensadores y materiales de construcción en muchos países.
Dichos elementos se incorporan en el cuerpo de pequeños organismos y de peces, y luego pasan a animales que se alimentan de estos organismos acuáticos.
Pueden acumularse en mamíferos marinos como focas y ballenas, alcanzando niveles que pueden ser miles de veces más altos que los que se encuentran en el agua.
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