Por Luis Beatón
Jefe de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina
Aplicar medidas punitivas contra otros convierte a las administraciones estadounidenses en los primeros y mayores sancionadores el mundo, haciendo de ello la herramienta fundamental de su política contra Rusia, China, Irán, Cuba, Venezuela y una larga lista de países afectados.
“Estados Unidos está de vuelta, listo para liderar al mundo y no para retirarse de él, una vez más sentado en la cabecera de la mesa, listo para confrontar a nuestros adversarios, no para rechazar a nuestros aliados, listo para defender nuestros valores”, dijo Biden al asumir la presidencia.
Desde que tomó el timón de la nave estadounidense el 20 de enero de 2021 solo alcanzó “éxitos” al revertir de un plumazo algunas polémicas medidas adoptadas por su antecesor Donald Trump (2017-2021), como el retorno al Acuerdo Climático de París.
Mucha retórica y pocas acciones prácticas para enfrentar los problemas del cambio climático y ni hablar de la llamada Cumbre por la Democracia (9-10 de diciembre de 2021), excluyente al igual que su sucesora la IX Cumbre de las Américas, celebrada del 6 al 10 de junio en Los Ángeles.
Por otra parte, la retirada de Estados Unidos de Afganistán a finales de agosto del pasado año fue un fracaso total, no solo por la catastrófica y desordenada salida de las tropas.
Casi dos décadas después de una costosa guerra, la Casa Blanca no alcanzó los objetivos que llevaron en 2001 a invadir a la nación centroasiática: encontrar al terrorista Osama bin Laden (eliminado en una operación especial del Pentágono en Pakistán 10 años después) y sacar a los talibanes del poder, algo que, definitivamente, no ocurrió.
Biden dijo que la guerra en Afganistán no la pasaría a un quinto presidente.
El repliegue de ese país, según análisis de expertos, fue la antesala para abrir un frente en Europa al presionar a Rusia a tomar acciones en Ucrania, encaminadas a enfrentar peligros de seguridad por la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia sus fronteras.
Un recorrido por la geografía mundial evidencia que la política exterior estadounidense no varió mucho en años y sigue primando el enfoque del Blob, como se denomina a su clase dirigente, representada por el actual secretario de Estado, Antony Blinken, y otros que acompañaron a Biden desde su época de senador y al frente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara Alta.
MEDIO ORIENTE
En la región la Casa Blanca no logró disminuir las tensiones con Irán, y pese a avizorarse avances en Viena sobre la posible reactivación del acuerdo nuclear de 2015 con “un documento mutuamente aceptable”, según fuentes iraníes, es poco cuanto se puede decir en beneficio de Washington que insistió en la política de sanciones y en imponer condiciones inaceptables para Teherán.
Si algo pudiera verse como un resultado de la política estadounidense en el Levante, sería el acercamiento logrado por Tel-Aviv con algunas naciones árabes afines.
EUROPA
Luego de los tropiezos para aproximarse a sus aliados europeos contrarios a Trump, la retirada de Afganistán sin consultar resultó un duro golpe para los planes de volver a ser visto con confianza en materia de seguridad y defensa.
La crisis en Ucrania sirvió a Washington para un arrimo a la vieja Europa y la provocación contra Rusia en Kiev es vista como un “éxito” político de Biden.
Sin embargo, análisis de prominentes figuras y los llamados tanques pensantes estadounidenses alertan de los peligros de estas políticas.
Tras Ucrania, la economía de la zona entró en crisis y los estimados muestran que los estadounidenses ganaron en el terreno económico a expensas de sus socios de la región cuyos países retrocedieron y ahora, por ejemplo, en términos de energías, tendrán que pagar más a Washington.
Según Doug Bandow, investigador principal del Instituto Cato, un tanque pensante de la política estadounidense, “habiendo abandonado una pequeña guerra (Afganistán), el presidente y sus ayudantes parecen dispuestos a iniciar tres grandes”, con Rusia, Irán y China.
Los altos mandos militares y expertos consideran eso un error cuando el Pentágono no tiene la capacidad de llevar tropas y medios bélicos a tan variados escenarios, algo que trata de obviar el arrogante establishment de la política exterior de la nación norteña.
ASIA-PACÍFICO
Frente a Beijing, Biden mantuvo su política de presiones, sanciones y también provocaciones en el Mar de China y sobre su alianza con Taiwán.
En este escenario sobresalió Aukus, el nombre que recibe la alianza militar entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia, un ambicioso pacto de seguridad enfocado contra los avances del gigante asiático en la región de Indo-Pacífico.
Pero está por verse si resulta el anuncio de la Casa Blanca, de un marco económico «integral» lanzado por Biden para la región durante su visita a Japón en mayo de 2022.
Los últimos dos años son testigos de una escalada de tensiones en la relación Beijing-Washington: el inicio de una guerra comercial abierta, signada por una ida y vuelta de tarifas a las importaciones del otro.
Ante un panorama cargado de tensiones, no faltan quienes auguran un final para la relación comercial y diplomática, y el comienzo de un juego de suma cero, mientras otros ya hablan de que estamos en presencia de una nueva Guerra Fría.
LATNOAMÉRICA
Las tensiones y aprestos agresivos contra Rusia, China e Irán dejaron en un segundo plano a la región, aunque no faltó en “la nueva política” de la Casa Blanca la preparación de acciones con el libreto de los “golpes blandos” contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, países hacia los que desplegaron recursos y aplicaron campañas de desinformación a través de las redes sociales.
Esto sirvió de antesala a la mal llamada Cumbre de las Américas, celebrada en Los Ángeles, para la cual la Casa Blanca excluyó a países, y dejó al final promesas de acciones con vistas a enfrentar problemas que preocupan más a los estadounidenses que a sus vecinos.
Por otra parte, la diplomacia del Departamento de Estado trató de frenar la creciente influencia china en lo que consideran “su patio trasero”, pero sin logros relevantes.
El analista y académico venezolano Sergio Rodríguez Gelfenstein comentó a Prensa Latina que países como Venezuela, México, Brasil y Argentina están en condiciones de desempeñar un rol protagónico y poner sus grandes reservas de recursos naturales como instrumento de negociación con Estados Unidos.
En términos generales, Estados Unidos tiene grandes retos pues Biden no hizo mucho sobre lo que blasonar desde que llegó a la Casa Blanca, y en realidad su política exterior es un gran lío, señaló la publicación digital Moon of Alabama.
arb/lb
(Este texto forma parte de la sección Escáner: periodismo profundo de Prensa Latina e incluye contenido multimedia)