Los resultados de las elecciones parciales celebradas la víspera en dos distritos ingleses no ponen en peligro la mayoría parlamentaria del partido gobernante.
No obstante, representan un pase de cuenta del electorado a los “tories” en general, y a Johnson en particular, después del escándalo por las fiestas ilegales en Downing Street durante la cuarentena por la pandemia de la Covid-19.
El hecho de que los comicios en Wakefield y Tiverton & Honiton estuvieran motivados por la renuncia de dos correligionarios del primer ministro atrapados en sendos escándalos sexuales, pudo ser otro factor determinante.
En el primero de los dos distritos, la curul volvió a manos de los laboristas, y un liberal demócrata representa ahora a un territorio conservador por antonomasia.
Los analistas coinciden en que el impacto de la crisis del costo de la vida, agravada por un aumento de la tarifa eléctrica y una subida de las contribuciones a la seguridad social autorizados por el gobierno, también pesó en la decisión del electorado de ambas circunscripciones.
Al margen de la pérdida de los dos asientos parlamentarios, las derrotas del jueves en Wakefield y Tiverton & Honiton dieron la razón a los 148 diputados conservadores que tres semanas atrás votaron por sacar a Johnson del poder.
El voto de confianza fue promovido por un grupo de legisladores rebeldes que lo consideran un lastre para las próximas elecciones generales por su falta de credibilidad, pero la cifra de los que así piensan podría aumentar en las próximas horas.
Uno de los primeros en reaccionar al revés electoral fue el presidente del Partido Conservador, Oliver Dowden, quien presentó su renuncia al mandatario, por considerar que “alguien tiene que asumir la responsabilidad”.
El exlíder conservador Michael Howard, quien hasta ahora nunca se pronunció, al menos públicamente a favor de la salida de Johnson, dijo, por su parte, que “el partido, y más importante aún, el país, estarían mucho mejor bajo un nuevo liderazgo.
Gavin Barwell, quien fue jefe de personal en Downing Street durante el mandato de Theresa May (2016-2019) opinó, sin embargo, que el gobernante no abandonará el poder por voluntad propia, así que exhortó a sus correligionarios en el Parlamento a obligarlo a renunciar.
Si le permiten seguir, llevará al Partido Conservador a una derrota demoledora en las próximas elecciones, alertó el político, en respuesta a unas declaraciones hechas por Johnson, quien desde Ruanda, donde asiste a la cumbre de la Mancomunidad Británica de Naciones, señaló que está decidido a mantenerse en el cargo.
No voy a pretender que sean resultados brillantes, tenemos que escuchar, tenemos que aprender, afirmó el gobernante, quien en un nuevo intento por dejar atrás el escándalo del «partygate», atribuyó el revés electoral a la insatisfacción del electorado con la crisis del costo de la vida.
Las leyes internas del Partido Conservador establecen que los diputados deben esperar al menos 12 meses para volver a promover otro voto de confianza contra su líder, pero no se descarta un cambio de reglas, en caso de que el poderoso Comité 1992 reciba una avalancha de cartas.
LABORISTAS Y LIBERALES DEMÓCRATAS DE PLÁCEMES
Para el Partido Laborista, la recuperación del asiento parlamentario de Wakefield constituye un hálito de esperanza, después de la derrota aplastante sufrida en las elecciones generales de diciembre de 2019, cuando los tories lograron horadar el llamado “muro rojo” que habían edificado en el centro del país.
Esto nos pone ahora totalmente en camino hacia un gobierno laborista, que sin dudas ya está llegando, aseguró eufórico el líder de la organización, Keir Starmer, en un intento por capitalizar el resultado de unos comicios que calificó de “históricos”.
Mas contento aún está el jefe de los liberales demócratas, Ed Davey, y no le falta razón, pues el inédito triunfo de su candidato en un distrito conservador confirma la creciente popularidad de una organización que muchos ven como una alternativa a los dos partidos tradicionales británicos.
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